Escritor inglés. 1878-1967. Nació en Ledbury, Herefordshire. Su madre falleció cuando tenía seis años. Vivió en el caserón del siglo XVII de su abuelo, que tenía una enorme biblioteca y todas las condiciones para estimular la imaginación de un niño. Trabajó enrolado en un barco mercante, como empleado y como periodista. Desde 1911 fue una figura pública y se hizo muy popular después de la primera Guerra Mundial. Fue autor de libros de historia náutica, de novelas históricas y de aventuras, de poesía, de dramas teatrales.
Los personajes de la medianocheMadrid: Altea, 1988; 242 pp.; col. Altea Junior. Aventuras Clásicos; ilust. de
Tino Gatagán; trad. de Salustiano Masó; ISBN 8437221382. A la derecha, cubierta de una edición inglesa de 2008.
El huérfano Kay Harker vive en una gran mansión al cuidado de una institutriz odiosa, Miss Silvia Margarita. Un profesor inútil, llamado Sir Theopompus, le habla a Kay de la leyenda del tesoro perdido por su bisabuelo, y Kay es conducido a luchar, en una especie de sueño, contra siete brujas encabezadas por la señora Pouncer, su misma institutriz, y Abner Brown, un hechicero vestido con manto escarlata.
La caja de las deliciasMadrid: Altea, 1985; 234 pp.; col. Altea Junior; ilust. de Faith Jaques; trad. de Salustiano Masó; ISBN: 84-372-2083-1. A la derecha, portada de una edición inglesa de 2008.
Secuela de Los personajes de la medianoche. Kay Harker llega a casa para pasar las vacaciones de Navidad donde se ve metido en una extraña batalla: debe impedir que la caja de un curioso titiritero caiga en manos de unos misteriosos y malvados Lobos al servicio de Abner Brown.
El autor recurre a una familia que había creado para novelas anteriores para estas singulares aventuras. En ellas está bien evocada la idea de que hay un mundo paralelo al nuestro donde hay en juego cosas importantes por las que combaten seres buenos y malos. El origen de algunas escenas de viajes extraños en la noche, o de cuadros que cobran vida, que luego emplearán tantas novelas de fantasía posteriores, puede rastrearse aquí. Todo está contado desde el punto de vista de Kay y están bien captadas muchas cosas propias de la mente de un chico de su edad.
Sin embargo, tanto en el primer libro como en el segundo, todo se sucede muy rápido, los argumentos no son del todo claros, son muchos los personajes que aparecen y falta un poco de chispa. Los nombres encierran significados intraducibles y el autor introduce breves poemas en su relato, factores que contribuyen a que la lectura sea más difícil para un lector no inglés. La oscilación fantasía-realidad no es convincente y menos aún cuando, al final de La caja de las delicias, todo se presenta como si hubiera sido un sueño de Kay. Tampoco tienen consistencia las referencias a ceremonias religiosas que se contienen en la segunda historia. Con todo, aunque el lenguaje poético no llegue a todos los lectores, son obras bien escritas.
25 agosto, 2010