Escritor neozelandés. 1921-2000. Nació en Christchurch. Combatió en la segunda Guerra Mundial alistado en las Fuerzas Aéreas. Vivió en Inglaterra entre 1957 y 1979. Escritor, guionista de radio y de televisón. Falleció en Brisbane.
Los chicos de diciembreMadrid: SM, 2007; 266 pp.; col. Gran Angular; trad. de Xohana Bastida; ISBN: 978-84-675-18382-2.
Australia, años treinta. A un pueblo costero llamado Captain’s Folly llegan, a pasar las vacaciones, cinco chicos procedentes de un orfanato de monjas. Poco a poco se van integrando en el pueblo y conociendo a sus singulares habitantes. Cuando accidentalmente averiguan que un joven matrimonio sin hijos que les caen muy bien, están pensando en adoptar a uno de ellos, cada uno de los chicos maquina cómo hacer méritos para ser el elegido.
Novela que no tiene nada que ver con las historias de pandillas tan de moda en los años sesenta. Sí se podría poner junto a obras de aquellos años como El señor de las moscas o Una paz solo nuestra, aunque su intensidad y su dureza sea mucho menor, pues su tema es el mismo: cómo pueden incubarse sentimientos de rivalidad entre chicos que acaban dando lugar a comportamientos traicioneros, cómo algunas circunstancias pueden hacer aflorar el poso de maldad que hay en el corazón.
El narrador es uno de los chicos llamado el Atorao. Es él quien escuchó el comentario clave y quien, años después, cuenta lo sucedido. También es él, con frecuencia usando un marco de madera dorada que actúa como una especie de disparadero para sus imaginaciones y que tiene un valor simbólico en el conjunto de la novela, quien indica cómo veía las cosas entonces y cómo parecían verlas sus compañeros.
El relato está bien escrito, las descripciones son buenas, el paso de la historia es tranquilo pero, en los finales de los capítulos, se atiza el interés del lector anunciándole que pasarán cosas: «por desgracia, la canción pronto empezaría a desafinarse». Los personajes de los chicos y de los habitantes del pueblo están bien presentados y la fascinación que algunos ejercen sobre los chavales es convincente.
6 febrero, 2008