Historietista norteamericano. 1948-. Nació en Estocolmo, Suecia. Sus padres eran judíos polacos supervivientes de los campos de concentración nazis. Estudió Arte. Comenzó a publicar dibujos en los años sesenta, e historietas «underground» en los setenta. Dirigió algunas publicaciones de cómic. Obtuvo un gran reconocimiento internacional con Maus, una historieta en la que cuenta la vida de su padre, y a la que se le concedió un premio Pulitzer especial en 1992.
Maus: relato de un supervivienteBarcelona: Planeta-DeAgostini, 2003, 3ª ed.; 295 pp.; trad. de Roberto Rodríguez; ISBN: 84-395-9159-4.
Relato con dos líneas argumentales y dividido en dos partes. Un primer hilo es la difícil relación entre el autor y su padre: el autor visita de vez en cuando a su anciano y cascarrabias padre Vladek, escucha sus quejas contra su segunda esposa, atiende un poco a sus necesidades, y también le pide que le cuente su vida. El segundo hilo es esa narración del padre al autor: en la primera parte, «Mi padre sangra historia», que dura desde mediados de los años treinta hasta el invierno de 1944, cuenta los inicios de su matrimonio con Anja, y las dificultades de ambos y de sus familias durante los años de la barbarie nazi; en la segunda parte, titulada «Y allí empezaron mis problemas», recuerda el tiempo que Anja y él pasaron en Auschwitz hasta su reencuentro final.
Spiegelman se siente y es un genuino heredero de los grandes dibujantes de cómic, tiene una clara intención de mostrar todas las posibilidades de su medio, y el propósito de crear obras que resistan el paso del tiempo. Y con Maus ha conseguido una novela gráfica que sin duda es todo un hito.
Es un acierto el modo de reflejar a los judíos como ratones, a los alemanes como gatos, a los franceses como ranas, los polacos como cerdos, los americanos como perros, los suecos como renos, los ingleses como peces… Pero no sólo porque los nazis denominaran así a la gente de distintas naciones, sino porque así la narración se centra en los acontecimientos que se cuentan y en el talento del dibujante para reflejar los sentimientos de los personajes, sin detenerse para nada en los que serían sus rasgos más superficiales.
El guión es magnífico por sus contenidos y por su armazón estructural. El paso narrativo es excelente y el lector no se pierde a pesar de que la historia da continuos saltos adelante y atrás. En esto se aprecia el conocimiento completo que posee de los recursos gráficos propios del cómic.
Tiene una particular intensidad irónica el choque que se da entre la crispación con la que el autor vive la relación con su padre, y la frialdad con la que este cuenta la tragedia que vivió. Por otro lado, la opción por el blanco y negro, junto con las características de los expresivos dibujos de trazo grueso que dan oscuridad y como suciedad a los ambientes, permiten distanciarse al lector: es como si el autor renunciara a cargar la mano para dejar que la emotividad de los acontecimientos se imponga por sí misma.
Más libros. Otro cómic del autor es Sin la sombra de las torres.
5 mayo, 2006