CHILDERS, Robert Erskine

CHILDERS, Robert ErskineAutores
 

Escritor británico. 1870-1922. Nació en Londres de familia anglo-irlandesa. Estudió en Cambridge. Fue voluntario en la guerra de los boers. La navegación fue siempre su ocupación favorita. Trabajó para los servicios de inteligencia durante la primera Guerra Mundial. Después se convirtió a la causa de la independencia irlandesa y murió fusilado en Dublín.


El enigma de las arenas
Barcelona: Edhasa, 2005; 426 pp.; col. Polar; trad. de Benito Gómez Ibáñez; ISBN: 84-350-0945-9. Nueva edición en Zenda-Edhasa, 2022; 448 pp.; ISBN: 978-8435055666. [Vista del libro en amazon.es]

Un joven funcionario inglés llamado Carruthers es sacado de su apatía por una invitación a viajar en yate por las costas danesas y alemanas con la intención de cazar patos. Cuando se reúne con su anfitrión, su antiguo compañero Davies, ve que su Dulcibella tiene poco de yate, que sus objetivos son otros y que no por casualidad le ha llamado a él, que conoce perfectamente bien el alemán. En su periplo averiguarán que los que parecían ser unos trabajos defensivos ocultan un plan para invadir Gran Bretaña.



Única novela publicada por su autor. Muchos la consideran el primer «thriller» de espionaje. Su fama se debe también a que las guerras mundiales posteriores hicieron real la posibilidad que se describe hasta el punto de que el gobierno inglés la reeditó en 1940 para concienciar a su población.

En sus primeros capítulos el relato en primera persona tiene un aire a Tres hombres en una barca: el narrador habla de sí mismo con una distanciada ironía, en ocasiones muy divertida. Cuando va cayendo en la cuenta de lo que ocurre, sufre una transformación característica: la del «gentleman» indolente que, colocado en una situación extrema, da lo mejor de sí mismo. También va ganando peso, a sus ojos y a los del lector, su compañero Davies, un excepcional navegante, una excelente persona con «odio a cualquier forma de afectación» y un patriotismo contenido sin «una partícula de malicia racial». Esas transformaciones personales así como el modo tan hábil en que se va desplegando la intriga son lo mejor de la novela.

Sin embargo, muchos lectores se verán en dificultades debido a las prolijas descripciones náuticas y geográficas y al estilo discursivo del narrador. Pero éste, sin duda, es muy consciente de lo que hace: en una ocasión indica que teme haber perdido al lector, y al principio del capítulo seis afirma que «no presento mis disculpas por haber descrito con cierto detalle esos primeros días […] porque cada detalle, sórdido o pintoresco, era importante; cada fragmento de conversación, un eslabón; cada cambio de humor, decisivo para bien o para mal». Además, tal modo de proceder es característico de un buen «thriller»: un tipo de argumento cuya verosimilitud se consigue a base de acumular ante los ojos del lector una multitud de observaciones sensatas y de hechos ciertos que oculten la falsedad de su núcleo central.


4 febrero, 2006
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