The End of Armistice (1940)

The End of Armistice (1940)Chesterton (recopilaciones de artículos)
 
The End of Armistice (1940)

Con ocasión del estallido de la segunda Guerra Mundial, el editor de Chesterton, Frank Sheed, publicó The End of Armistice: cuarenta artículos que había escrito desde mediados de los años veinte para denunciar el peligro de la ideología nazi. Hoy nos sorprende comprobar no sólo la clarividencia de sus análisis sino también que dijera, en esos y en otros artículos, cosas tan concretas como que sobrevendría una guerra mundial devastadora que se iniciaría con la invasión y el reparto de Polonia entre los nazis alemanes y los comunistas rusos. No nos sorprende tanto saber que sus advertencias no fueron escuchadas: a Chesterton se le ignoraba cada vez más en su propio país debido a la contundencia de sus críticas a los poderosos y a su posición católica tan neta y tan atractivamente argumentada.

Los artículos están distribuidos en cuatro epígrafes: «Prusianism», «Hitlerism», «Poland», «Pacifism and Cynicism». En la introducción, «Arms and the Armistice», hace un diagnóstico de la situación cuando indica que, desde hace tiempo, en el norte de Europa hay «una fuente de veneno» que no tiene mucho sentido llamarla Alemania y ni siquiera Prusia: «es mucho más satisfactorio simplemente llamarla Orgullo. Es una cosa del espíritu, no es una nación, es una herejía». En este caso, dice Chesterton, es inútil y confuso discutir en torno a etiquetas como «nacionalismo» o «patriotismo»: «estamos hablando de cosas distintas. Un Francés está orgulloso de Francia. Pero un prusiano no está orgulloso de Prusia; es simplemente orgulloso porque es un prusiano».

En «Prussia, the Enemy of Germany» Chesterton se lamenta de la ignorancia histórica de muchos y explica que la operación por la que Bismarck creó el Imperio Alemán fue tan artificial como si los boers y los afrikaners se hubieran hecho con el poder en Inglaterra y hubiesen declarado que creaban el Imperio Británico; ese proceso que inició Bismarck, anunciaba, continuará con los nazis anexionándose Austria, la original Alemania. Cuando se lamenta, en concreto, de la ignorancia histórica de los políticos de su tiempo, dice que cualquier detective podría enseñarles que, para investigar por qué Robinson supuestamente mató a Brown, es de suma importancia conocer las vidas anteriores de los dos, pues sólo a partir del pasado de Robinson como financiero en Sudáfrica y de la educación que recibió Brown, podremos llegar a saber por qué murió Robinson y por qué precisamente Brown era incapaz de cometer ese asesinato; o, dicho de otro modo, «cuando millones de hombres pueden ser asesinados es increíble que se mantenga esa locura de olvidar el pasado», apostilla en «Hitler versus History».

En un artículo en el que se pregunta por lo peor del año 1933, «The Stupidest Thing», Chesterton se responde que fue la elección de Hitler y señala que muy poca gente tiene el gran privilegio de hacer seis cosas estúpidas a la vez, como el héroe de Wodehouse que tira un cigarro que prende fuego al testamento de su padre, produce quemaduras graves a su novia, destroza el jarrón que se podría haber vendido por una fortuna, incendia el hotel causando daños millonarios, y, además, deja chamuscado al perro de la familia que, irritado, muerde furiosamente al rico prometido de su hermana. Vuelve a la misma idea del comportamiento estúpido con trágicas consecuencias cuando apunta que hay quienes, en una situación desesperada, suponen que sólo hay remedios desesperados, acaban escogiendo el remedio sólo porque ser desesperado, y se tranquilizan pensando que así «algo estamos haciendo»: pero «los náufragos no se salvan por hacer algo sino por hacer lo correcto», afirma en «Thinking about Europe».

En «Where Poland Stands» defiende a Polonia, un país fatalmente situado entre la Alemania nazi y la Rusia bolchevique, y señala que «nuestro protector debe ser protegido». Ataca con cierta irritación a los pacifistas del momento que parecían cerrar los ojos y los oídos al hecho de que la Guerra «no es la peor calamidad que puede caer sobre un pueblo. Hay un estado peor al menos: el de esclavitud», decía en «On War and Peace». Resulta provocador y certero «The Pacifist as Prussianist», un artículo donde afirma que el prusiano y el pacifista reflejan el antiguo complejo del abusón y del cobarde, siempre partes de la misma operación y, proverbialmente, partes de la misma persona.

En fin, viene a decir Chesterton en «The Umbrella Question», está claro que, aunque no podemos confiar en nuestros gobiernos, ni en nuestra prensa, ni en nuestros aliados, sí podemos confiar en nuestros enemigos, pues serán ellos quienes nos darán la razón. Por último, en un epílogo titulado «Resurrection», habla de que un mundo cristiano no cree que haya causas perdidas ni lealtades sin esperanza, pues en ese mundo brilla el esplendor de la esperanza sin esperanza que creó la peculiar caballerosidad de la cristiandad, la que inculcó en Europa la idea de que las verdaderas y grandes aventuras siempre incluyen una misión que se ha de cumplir con fidelidad y con la conciencia de la enorme desproporción entre la tarea y las propias cualidades.

G. K. Chesterton. The End of Armistice (1940). London: Sheed & Ward, 1940; 224 pp. Nueva edición en San Francisco: Ignatius Press; Collected Works of G. K. Chesterton, Volume 5; ISBN: 9780898701708. La edición que yo he leído, la original, no tiene las fechas de publicación de los artículos; no sé si figuran en la edición de Ignatius Press.

 

17 octubre, 2009
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