Come to Think of it (1930)

Come to Think of it (1930)Chesterton (recopilaciones de artículos)
 
Come to Think of it (1930)

Come to Think of it fue una recopilación de cuarenta y tres artículos de Chesterton, de los años 1928 y 1929, que hizo su amigo J. P. de Fonseka, un escritor de Sri Lanka que tiempo atrás había escogido los textos para Maestro de ceremonias. De los cinco libros de los últimos años de su vida que recogieron sus columnas semanales del Illustrated London News, este fue el único para el que Chesterton escribió una introducción, cosa que ya no haría en los siguientes: All is Grist, All I Survey, Avowals and Denials, As I Was Saying. En ella, por un lado manifiesta su agradecimiento al editor y a los lectores del histórico semanario al cumplirse ya las bodas de plata de su colaboración; y, por otro, explica el cambio de tono entre los artículos de los últimos años y los de los primeros, tanto de los suyos como de su oponente Shaw. Señala que los dos han evolucionado hacia un estilo «más simple y serio, y posiblemente más didáctico y pesado», pues en una batalla, aunque sea intelectual como esta, lo que ha de hacer cualquier simple soldado es transmitir ordenes e informes lo más claramente posible, y ahora ya no estamos en delicados floreos preliminares, sino una lucha final: «la tarea de nuestra juventud era mostrar que nuestras ideas eran sugestivas; la tarea de nuestra vejez y segunda infancia es mostrar que son concluyentes».

Tiene varios artículos sobre Norteamérica con ideas que había tratado en Lo que vi en América, y que volverían a salir en Sidelights on New London and Newer York. Entre otros, en «On Bigness and America», después de afirmar que «es bien conocido que yo soy un irrazonable reaccionario que rehúsa mirar cara a cara los grandes hechos del mundo moderno», dice que «lamentablemente me falta esa reverencia por las cosas a gran escala que es como la religión de esta época del Gran Negocio». «On Abraham Lincoln» es un gran retrato de un hombre que «no se dejaba llevar por la corriente» y que «no siempre tenía razón pero siempre procuraba ser razonable», y «On Myself on Abraham Lincoln» es una respuesta a un crítico que consideraba insultos a Lincoln los que Chesterton formulaba como elogios en su artículo previo, todo un síntoma de la división de ideas morales que hay en nuestra sociedad.

Entre los artículos de tipo literario, uno muy conocido es «Sobre el ensayo» («On essays», que más tarde se publicó en The Glass Walking Stick y que comento algo en la reseña correspondiente). En «On Dickens and After» desarrolla un poco la idea de que cualquier gran artista da expresión permanente a la verdad que está detrás del espíritu pasajero de su propia época, pero no puede hacer que ese espíritu sea tan popular en un tiempo como en otro, pues no puede estar seguro de que, en un momento dado, ese espíritu sea también la moda. Entre los que tratan de arte tiene interés «On Mr. Epstein», acerca del arte público, un tema que Chesterton trató muchas veces: dice que «la escultura es normalmente un arte público y monumental», se pregunta si «cualquier arte puede ser público u ornamental», y da una explicación de la distancia que hay en nuestro tiempo entre los gustos del artista y los de la multitud. Algunos disfrutarán con «On the Classics»: no hay nada que dé más amplitud a nuestro espíritu que «estar en la compañía de esos hombres, llenar la mente con sus palabras, recordar el tono de sus conversaciones o el gesto de sus estatuas»; frecuentarlos proporciona un talante «que comprende a la vez la modestia y la dignidad, y que nunca es ni servilismo ni orgullo».

Son bastantes los artículos con los que Chesterton intenta poner de manifiesto la inconsistencia del pensamiento moderno, el deterioro que procede de la degradación de las palabras, la importancia de razonar bien y de usar un lenguaje preciso. En «On Preaching», a un periodista que dijo que la oración no tenía que ver con ningún dogma, le replica, por si no se había dado cuenta, que tal afirmación contiene al menos tres dogmas: uno, que hay un ser invisible que oye sin comunicación material; dos, que es benevolente y no hostil; tres, que no está limitado por la lógica de la relación causa-efecto sino que puede actuar de acuerdo con nuestra petición. En «On the Mythology of Scientists» observa que algunas figuras retóricas están fijadas en la mente moderna del mismo modo que las fábulas sobre dioses y ninfas lo estaban en la mente antigua; por ejemplo, si dices que prefieres alguna costumbre antigua te responderán que «no se puede atrasar el reloj», frase absurda en sí misma pues indudablemente se puede, pero sin la cual el tipo que usa esa metáfora está perdido; después de otros ejemplos, propone «establecer un Día de Abstinencia de metáforas» para favorecer la digestión intelectual. En «On Evil Euphemisms» indica que vivimos en un mundo en el que «todo es recomendado al público por alguna especie de sinónimo que es realmente un seudónimo. Es un talento que viene con el tiempo de las elecciones políticas y los anuncios comerciales y los titulares de los periódicos; pero cualquiera que sea el nombre que demos a nuestro tiempo, ciertamente no es especialmente un tiempo de la verdad»: por eso, concluye, prefiere con mucho el lenguaje grosero del tiempo de nuestros padres que el de los expertos publicistas de hoy que usan expresiones agradables para cosas muy desagradables.

G. K. Chesterton. Come to Think of It (1930). London: Methuen & Co. Ltd., 1930; 243 pp. Se puede leer en esta edición en la red. El libro como tal se puede conseguir en el mercado de segunda mano. Los artículos que contiene, junto con otros, están en los volúmenes 34 y 35 de Collected Works by G. K. Chesterton, Ignatius Press.

 

28 noviembre, 2009
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