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CUNQUEIRO, Álvaro

Al igual que le ocurrió en Cataluña a Pere CALDERS [1], parte de la narrativa de Alvaro Cunqueiro, la de corte fantástico-popular y la de tono fantástico-erudito (que cabría llamar posmoderna), no fue bien recibida cuando se publicó debido a la preferencia del momento por la literatura realista. Pero, con el paso del paso del tiempo las reticencias han quedado atrás y su categoría no es hoy discutida por nadie.

De su numerosa y rica producción, los relatos citados, de aire costumbrista y con toques fantásticos, son los que creo que pueden llamarse infantiles y juveniles con toda justicia: son divertidos y amables y no tienen las derivaciones cultas que sí tienen otros; sus temas están en continuidad con relatos de tipo popular; han tenido una enorme influencia en autores posteriores (como, en el ámbito gallego, Agustín FERNÁNDEZ PAZ [2] o Paco MARTÍN [3]). Los hay, como se indica en el resumen de los argumentos, de curanderos —algunos que se toman a sí mismos en serio y otros que son claramente unos pícaros—; los hay con un punto de magia, como los que presentan animales que hablan o que tratan sobre tesoros ocultos en los montes y los bosques y de seres mágicos que los guardan, un tipo de fantasías que, según afirmaba el mismo autor, nada tiene que ver con el mundo céltico. Además, hay bastantes con personajes que son emigrantes, la mayoría en o regresados de Buenos Aires.

He puesto en gallego dos de los títulos anteriores, y algunos textos breves, no porque los haya leído en ese idioma, que también, sino para dar idea de su tono zumbón y escéptico, tan característico, y para dejar constancia de por qué Cunqueiro decía que se movía con una mayor libertad creativa en gallego, tanto en el uso de las palabras concretas como en la sintaxis, pues en gallego no se sentía sujeto a las mismas normas que debía respetar al verter sus obras al castellano. Quien pueda leer estos relatos en ambos idiomas notará mucho la diferencia y, seguramente, lamentará que sea ya tan difícil usar su lengua con la misma libertad de un maestro como Cunqueiro.