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BEAGLE, Peter Soyer

El último unicornio es un libro que con frecuencia figura en las selecciones de las mejores obras de fantasía y que, con justicia, puede considerarse heredero de obras de viajes a mundos singulares como Alicia en el país de las maravillas [1] y, más aún, de El maravilloso mago de Oz [2] (no de la obra de TOLKIEN [3], como dice la contracubierta de la edición que cito). Tamsin, otra novela de fantasía que prueba la versatilidad y el talento narrativo del autor, es de muy distinto tipo.

En la edición que cito de El último unicornio se contienen dos textos interesantes. Uno, al final, es un relato corto titulado Dos corazones, escrito muchos años después por el autor como para poner un broche a la historia original; en él, una chica de nueve años cuenta que va en busca del rey Lír para que mate a un grifo que aterroriza a su pueblo; el título se refiere a que un grifo son dos criaturas distintas, águila y león, y que para matarlo hay que atravesar los dos corazones. Otro es un buen prólogo explicativo del autor, del año 2007, en el que habla de las dificultades que tuvo para escribir la novela, de cómo fue avanzando en ella penosamente para encontrar formas de salir los embrollos argumentales en los que se metía: indirectamente aquí se revela el principal fallo del libro, su arbitrariedad; también comenta que tardó un año, después de haberlo escrito y antes de publicarlo, en darse cuenta de que, a pesar de todo, había escrito un buen libro: «el libro está lleno de felicidad y no sé de dónde sale, porque te aseguro que no recuerdo habérsela puesto yo».

El narrador usa una prosa suelta y a la vez cuidada. El lector se ve atrapado por su naturalidad y por su sofisticado sentido del humor, que brota de la misma extravagancia de los personajes y las situaciones, pero sobre todo de los giros coloquiales y de los guiños metafictivos: el ambiente paramedieval y los acentos de cuento de hadas quedan desmentidos por la ironía que lo envuelve todo. Una parte de su atractivo está en la fuerza hipnótica del primer capítulo, donde se hace una presentación de la unicornia extraordinariamente conseguida. Sin embargo, el nivel baja cuando la escena la ocupan otros personajes, salvo tal vez cuando una extraña mariposa macho toma la palabra y dice unas asombrosas incoherencias (construidas a partir de versos y frases hechas), y el relato se hace un tanto estático cuando los protagonistas llegan al castillo de Haggard y se detienen en él casi toda la historia.

Un elemento de importancia para el impacto que ha tenido esta novela es que contiene frases o tramos que se pueden leer a otros niveles. Así, la unicornia sabía que el mundo y los hombres habían cambiado y empeorado porque los unicornios habían desaparecido, ¿porque la belleza y la pureza han desaparecido?, ¿porque la fantasía o los sueños en la vida humana han dejado de ocupar un lugar preponderante? O bien, cuando el príncipe Lír dice «los héroes saben de orden, de finales felices, saben que algunas cosas son mejores que otras», igual que «los carpinteros saben de vetas y tablillas y de líneas rectas», ¿está proponiendo la importancia de luchar seriamente por ser héroes? O tal vez la novela proponga que la transformación a mejor que sufren los torpes personajes podría ser la nuestra si, como ellos, también acompañamos o intentamos agradar a seres tan llenos de bondad y encanto como la unicornia… (bueno, suponiendo que quede alguna, podríamos añadir con la usual ironía posmoderna).

Tamsin comienza siendo una novela de adolescente consentida y resentida, también víctima de la separación y el comportamiento de sus padres, y termina siendo una novela de vida familiar y un reconocimiento, por parte de Jenny, de la valía de su madre y de su nuevo padrastro. Tiene bastante de novela gótica con caserón misterioso, y algo de El fantasma de Canterville [4], de Oscar WILDE [5], si pensamos en el choque que supone para unos norteamericanos el vivir en una mansión inglesa. Hay también mucho de transformación interior debida, en parte, al calor de las amistades que la protagonista entabla y, en parte, al contacto con la naturaleza y al trabajo en el campo, un poco al modo de El jardín secreto [6], de Eliza Hodgson BURNETT [7]. Esa especie de curación tiene que ver también con el conocimiento que Jenny adquiere de los seres fantásticos del folclore de la región y con su viaje hacia el pasado, algo que también podemos comparar con lo que se cuenta en El jardín de medianoche [8], de Philippa PEARCE [9].

Pero su atractivo está en que todo eso está bien narrado y bien entretejido. Al principio la narradora consigue atrapar e irritar al lector con su histerismo adolescente, donde no faltan algunos comentarios subidos de tono, pero esos mismos acentos que retratan a la protagonista, así como el hecho de que narre ordenada y lentamente, propicia que resulten creíbles las progresivas irrupciones de lo fantástico en su vida cotidiana. Poco a poco, además, van en aumento las referencias folclóricas, históricas y literarias —el cambio de ambiente y el choque entre lo inglés y lo americano facilita que todo pueda ir integrándose con naturalidad—, y, al final, el lector que comenzó leyendo a una chica que fuma marihuana en el colegio y cuyo futuro parece poco prometedor, se descubre a sí mismo escuchando a una sensata y competente narradora decimonónica que se dirige a él, le anuncia cosas o le niega información, y que, por supuesto, vive otra vida completamente diferente. También está bien graduado cómo, poco a poco, las emociones cambian de foco y los peligros van en aumento hasta un clímax final que los comienzos no hacían sospechar.