Una selección más estricta de los libros mencionados días atrás sería esta:
—dos álbumes bedtime: Buenas noches [1] y Regreso a casa [2];
—dos álbumes antiguos recuperados: Álex y el ratón de cuerda [3] y El gato en la noche; [4]
—tres álbumes sobre mundos interiores: La línea [5], Los problemas de Pingüino [6], La idea más maravillosa; [7]
—un álbum-juego para todos: Tangram Gato [8];
—un álbum posmoderno para todos: Líneas [9];
—un libro de poemas que también es para ver: Diez pájaros en mi ventana [10];
—una nueva edición de un clásico libro de poemas divertidos: El libro de los gatos sensatos de la vieja zarigüeya [11];
—un buen relato infantil: Corazones de gofre; [12]
—reedición de tres libros juveniles de aventuras: Las ruinas de Gorlan, El puente en llamas, La tierra del hielo [13];
—una cálida novela de una niña ante la muerte: La Casa del Álamo [14];
—dos clásicas novelas policiacas: El caso de Betty Kane [15] y El último caso de Philip Trent [16];
—un libro (sobre todo) para gallegos: El panteón de los malditos [17];
—como dije ayer, la gran lectura de estos meses fue la trilogía Destellos en el abismo: argumentos [18], panorama y tono [19] y particularidades del mundo judío [20];
—entre los libros de no-ficción, Sentimentalismo tóxico [21], Max Perkins: el editor de libros [22], Voces de Chernóbil [23].