Por su calidad literaria, y por sus aires de memorias ficcionadas, El vaso de plata [1], de Antoni Marí [2], recuerda obras como las Pequeñas memorias de Tarín [3], de Rafael Sánchez Mazas [4], o Las musarañas [5], de José Antonio Muñoz Rojas [6], o, también, escenas de El Rey Mago y su elefante [7], de Aquilino Duque [8]. Como ellas, evoca con elegancia el mundo de sentimientos encontrados de la infancia y la adolescencia, contra el fondo de los ambientes y las relaciones humanas propias de tiempos pasados en España. El comentario que abre la obra como prólogo, de Ignacio Martínez de Pisón, es certero pero, a mi juicio, es más respetuoso dejar que la obra llegue al lector sin presentarle ninguna interpretación previa.