Obra de fantasía épica de primer nivel, cuidadosamente construida y escrita, que da una vuelta de tuerca más a viejas leyendas.
En capítulos cortos, cada uno centrado en alguno de los personajes, la narración se despliega ordenadamente como con la voluntad de que no falte ni un detalle descriptivo, sobre todo de los comportamientos. Si en muchos otros relatos del género esto es innecesario, y parece responder a que sus autores dejan correr la imaginación o a que desean llenar páginas, en este caso cumple la función de poner en pie un mundo propio e introducir en él al lector. Como corresponde a quien tiene como uno de sus modelos a Ursula LE GUIN [1], la prosa de la autora tiene un punto de barroquismo que, algunas veces, pocas, se pasa de vueltas (en adjetivos o expresiones prescindibles como «el olor inolvidable de su aliento llegó hasta él»). También, como es más habitual en escritoras que en escritores, que inciden más en escenas de acción, la novela se dirige sobre todo a los momentos de reconocimiento y de arrepentimiento de los protagonistas, Cuervo y Soledad.
La gran destreza literaria y el gran trabajo que la obra tiene detrás se resiente un poco de que, al final, los que pueden ser llamados oponentes son personajes con poco peso. También se puede indicar que al argumento le falta un contrapunto de humor, como el que ponen los hobbits en El señor de los anillos [2]: aquí todo es demasiado solemne, como si en la obra de TOLKIEN [3] todos fueran envarados como los elfos serios. También le restan algo de poderío al relato las escenas como desde dentro del dragón y del unicornio: un narrador puede ser omnisciente pero algunos lectores encontramos difícil que lo pueda ser tanto.