Novelas que son una notable actualización de los clásicos relatos de huérfanos y vida familiar, como Mujercitas [1] o los relatos de HODGSON BURNETT [2]. De modo general merece ser destacado el logro de alinear obras en esa tradición argumental y temática pero que a la vez son decididamente actuales y no caen en los subrayados feministas didácticos tan al uso.
La diferencia entre las dos es que la primera se puede calificar de «aventuras en vacaciones» y la segunda es más como una comedia de sucesivos enredos, menos episódica y con un hilo más claro. Ambas contienen muchas referencias literarias. Unas son las obras que han leído las protagonistas: obras de Edit NESBIT [3], las Crónicas de Narnia [4] o Matar un ruiseñor [5]. Otras son alusiones, como el árbol que alcanza la ventana para entrar y salir de casa, igual que en Pollyanna [6], en la primera novela; o el hecho de que el gato de la vecina astrofísica rusa se llame Asimov [7]. Otras suman ambos elementos: en la segunda novela juega un importante papel Sentido y sensibilidad [8] y, además, cualquier seguidor de Jane AUSTEN [9] reconocerá enseguida de donde vienen los arrepentimientos de las Penderwick.
Están bien dibujadas las personalidades de las cuatro hermanas y las relaciones que mantienen entre sí, cordial casi siempre y sacrificada si hace falta. Como corresponde al género, todo está un tanto edulcorado y las protagonistas tienen reacciones y réplicas que, con frecuencia, van muy por encima de su edad, pero, en cualquier caso, es convincente cómo se muestran muchas reacciones infantiles. Por ejemplo, en la primera novela son particularmente brillantes algunos autoengaños para intentar justificar las desobediencias —«“Quédate siempre en el patio”, le había ordenado su padre (a Risitas). Sin embargo, era difícil decir donde terminaba el patio»—.
Los relatos avanzan con fluidez: de un incidente a otro, miniamenazas o líos que acaban resolviéndose satisfactoriamente para protagonistas y lectores. El narrador es casi siempre certero: cómplice al mismo tiempo del personaje y del lector, simpático y no empalagoso, capaz de hacer verosímiles los diálogos y los comportamientos. Tal vez la excepción a lo anterior sean los personajes de la primera novela, la señora Tifton y su novio, que resultan antagonistas más propios de Roald DAHL [10], comparables por ejemplo con los padres o la profesora de Matilda [11]. Sin embargo, la ironía de la segunda novela es de otra clase y apunta en la dirección de no ser en absoluto irónica: al menos así entiendo yo la presentación de los hábitos de Skye previos a los partidos, de dedicar primero un tiempo a acumular rabia contra el rival y luego unos minutos más a llenarse de pensamientos positivos; o los rituales y ofrendas que hace Jane a la Piedra Encantada, a la que ofrece plegarias y sacrificios para que los purifique y absorba con su poder.
El personaje más divertido es, sin duda, Jane. En la primera novela está muy bien cómo transforma la realidad en ficción protagonizada por su heroína Sabrina Starr. En la segunda sigue con el mismo pedal pero tiene más salidas, pues su imaginación le permite, por ejemplo, pensar que tal vez que padre esté saliendo con «una ex-presidiaria acogida al Programa de Protección de Testigos»; o dolerse de sus mentiras y pedir perdón a su padre diciendo que «no sólo hemos mancillado el honor de la familia, sino que te hemos herido en lo más profundo del corazón, papá»; y todos los incidentes de la obra teatral que redacta y representa, cuyas protagonistas son Arco Iris y Flor Silvestre, dos chicas aztecas que van a ser sacrificadas, no tiene desperdicio.