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GRIMM, Jakob y Wilhelm Karl

A las colecciones de cuentos de BASILE [1] (1634) y de PERRAULT [2] (1697), siguieron los tres volúmenes que publicaron los hermanos Grimm, y que confeccionaron movidos por la preocupación «romántica» de salvar lo popular antes de que se perdiera, y por el interés patriótico en afirmar lo propio. Por esta razón dejaron fuera de su recopilación El Gato con Botas, que consideraban más afín a la tradición francesa.

Fueron rigurosos en el uso de las fuentes aunque si al principio transmitieron los cuentos tal como les llegaron, después los reelaboraron un poco. De todas formas mantuvieron el estilo sencillo y cordial, y los acentos orales, para darles una frescura que, hasta entonces, no tenían esa clase de cuentos, y además procuraban extraer de todos ellos una lección práctica. Los presentaron según el orden con el que los recogieron. Entre ellos hay narraciones procedentes de diversas zonas y de signo distinto: fábulas de animales, leyendas, cuentos de miedo… En conjunto, el mayor peso lo tienen los cuentos fantásticos que se desarrollan en el territorio de lo mágico y maravilloso. En otro sentido puede apuntarse aquí que, aunque sin duda tiene interés observar las difíciles vidas que se presentan —padres que abandonan a sus hijos en el bosque, hermanos cuya enemistad es heredera de la de Caín y Abel…—, no se ha de exagerar la información que los cuentos nos proporcionan acerca de las sociedades donde se contaban: aquellos narradores no pensaban en dejar constancia de las condiciones sociales de su tiempo sino en encandilar a su auditorio.

Aunque originalmente los Grimm no hicieron este trabajo pensando en el público infantil, enseguida los niños se convirtieron en los destinatarios naturales de su obra: por un lado las historias como tales les resultaban muy atractivas y, por otro, los adultos veían muy convenientes sus contenidos para ellos. A fin de cuentas, son relatos que hablan de miedos y temores de la infancia, que cuentan cómo a veces se van acumulando desgracias sobre los protagonistas pero al final se produce un desenlace satisfactorio en el que la bondad es recompensada y la maldad castigada. O son argumentos que hablan de vuelcos de fortuna, de cómo salir adelante a pesar de las condiciones de inferioridad: una victoria que muchos padres esperarían que sus hijos alcanzaran.

Historias de amor y bondad

A historias de amor y bondad como La Bella Durmiente y Cenicienta, ya narradas por Perrault pero que los Grimm vuelven a presentar con significativas variantes, los autores alemanes añaden, entre otras, Blancanieves y La niña de los gansos, con sus mensajes sabios acerca de los peligros de la vanidad y la necesidad de la cautela.

Historias de advertencia y previsión

Son muchos los cuentos de advertencia de los Grimm que se pueden destacar. Su versión de Caperucita, en este caso bien diferente de la de Perrault, por el consejo inicial de la madre y por el final positivo. Hansel y Gretel, un relato parecido en su arranque al Pulgarcito de Perrault, con padres que abandonan a sus hijos en el bosque y hermanos unidos en la desgracia, y que tiene una parte de advertencia contra la glotonería y otra de chica pilla que vence con astucia la maldad de la bruja. El lobo y los siete cabritillos, el cuento que introduce el famoso motivo de la «patita por debajo de la puerta» y que pertenece a una familia de relatos cuyo representante más popular será el posterior Los tres cerditos [3] en la versión de JACOBS [4]. El pescador y su mujer, un alegato contra la ambición. El abuelo y su nieto, un suceso ejemplarizante para enseñanza de los… adultos. El Enano Saltarín, en el que los Grimm reunieron varias historias en una y en el que, además de acentuar como en Blancanieves los peligros de la vanidad, advierten de que con algunos seres no debe haber tratos.

Historias de pillería y suerte

El que, con frecuencia, la fortuna de los protagonistas de muchos cuentos cambie o se arregle sin que hagan mucho para conseguirlo, indica que los narradores tenían interés en acentuar que la solución a ciertos problemas sólo puede venir de fuera. El que resulte que algunos que parecían tontos al final no lo son tanto, por un lado subraya que también la sagacidad se adquiere, y por otro refleja la preferencia popular por los buenos e ingenuos, y satisface los profundos deseos de muchos de que venzan los débiles y pequeños. Así se aprecia en Los músicos de Bremen, un triunfo de la casualidad y la ingenuidad al principio, y de aplicar después la astucia y el principio de que «la unión hace la fuerza»; algo parecido sucede con El sastrecillo valiente y con el protagonista del Cuento del que fue a aprender lo que era el miedo o Juan sin miedo en muchas versiones posteriores.