- Bienvenidos a la fiesta - https://bienvenidosalafiesta.com -

El pintor que va por delante del poeta

Muchos buenos escritores tenían una gran inclinación, y con frecuencia un gran talento, para la pintura o el dibujo (Lewis Carroll [1], Ruyard Kipling [2], G.K. Chesterton [3]…). Es como si sus creaciones literarias dependieran muchísimo de las imágenes que primero tuvieron en la mente y que incluso, en muchos casos, intentaron llevar antes al papel. Un buen ejemplo es Tolkien [4], como se puede ver en J.R.R. Tolkien: Artista e ilustrador, un libro dedicado al estudio de todas las imágenes que preparó él mismo para sus obras.

Los autores hablan de las influencias artísticas que Tolkien hizo suyas —pintores como Van Gogh o Munch, ilustradores como Arthur Rackham [5]— y se indican otras de las que intentó distanciarse —como del ornamentalismo de Kay Nielsen [6]—. Señalan cómo Tolkien se dio cuenta pronto de que la pintura no era su fuerte pero cómo su creatividad «a veces trabajaba por delante de su consciencia y en ocasiones el pintor se adelantaba al poeta». Muestran las obras y bocetos de Tolkien, desde sus primeros cuadros un tanto visionarios de su época de estudiante, hasta las ilustraciones más conseguidas para El hobbit [7] y El Señor de los anillos [8]. Apuntan cómo, en muchas, igual que en sus escritos, hay frecuentes símbolos de la libertad que sugieren movimiento y escapada: «un portal o una puerta, un sendero o una carretera que lleva a un lugar distante o a un portal o a una puerta, una vista lejana detrás del paisaje inmediato».

Es también interesante que Tolkien tenía claro cuál era el papel que las ilustraciones tenían que cumplir en sus libros: el de avivar la imaginación de los lectores y el de fijar su atención para comprender mejor las cosas. Esto se nota en que sus ilustraciones «priman el paisaje, punto fuerte del autor, sobre la figura o las figuras», algo que se debe a sus limitaciones pero también a que, al mostrar el lugar de los sucesos y no las cosas que ocurren, los lectores pueden ser dirigidos por el texto y no por imágenes muy específicas. Se nota también, por ejemplo, en las ilustraciones que puso a sus Cartas de Papá Noel [9], que contienen «muchos detalles para que los niños, sus hijos, los estudiaran a fondo y los compararan con los hechos expuestos por escrito».

Wayne G. Hammond y Christina Scull. J.R.R. Tolkien: Artista e ilustrador (J.R.R.Tolkien, Artist & Illustrator, 1995). Barcelona: Minotauro, 1995; 207 pp.; trad. de Ramón Ibero; ISBN: 84-450-7249-8.