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El día que los crayones renunciaron

Si hubiera que señalar el álbum más simpático del año seguramente le daría el premio a El día que los crayones renunciaron, con texto de Drew Daywalt e ilustraciones de Oliver Jeffers [1], un álbum cuya composición gráfica realza el ingenio y la gracia de una idea y un texto muy conseguidos.

El relato comienza cuando, un día, en la escuela, Duncan iba a sacar sus crayones para dibujar y encontró un montón de cartas con su nombre. A continuación, cada doble página contiene, en el lado izquierdo, la carta de cada crayón —con sus quejas, porque Duncan lo usa mucho o lo usa poco, y sus susceptibilidades, porque, por ejemplo, el naranja reclama ser el verdadero color del sol y no entiende cómo Duncan ha podido usar el amarillo…—, y en la derecha se ven los dibujos de Duncan en el color correspondiente junto con la figura del crayón utilizado en cada caso. En fin, Duncan sólo quiere dibujar y, por supuesto, que sus crayones sean felices.

Después de una excelente ilustración inicial, en la que vemos como una fotografía del fajo de cartas que recibe Duncan, vamos leyendo las divertidas cartas de los crayones —todas ellas escritas a mano, de modo irregular, con subrayados o tachaduras y palabras en mayúscula—. Los dibujos de figuras, como desmañados, se corresponden con lo que se cuenta e imitan perfectamente la forma de dibujar de un niño (algo mucho más difícil de lo que algunos podrían pensar). Es una buena idea, también, que los crayones no sean una foto sino un dibujo y cada uno tenga un aire propio. La resolución de la historia es esperable pero magníficamente realizada.

Oliver Jeffers. El día que los crayones renunciaron (The Day the Crayons Quit, 2013). Texto de Drew Daywalt. México: Fondo de Cultura Económica, 2014; 40 pp.; col. Los especiales de la Orilla del Viento; trad. de Susana Figueroa; ISBN: 978-607-16-1812-2. Nueva edición en 2018. [Vista del álbum en amazon.es] [2]