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El capitán Miguel y Juan el Navegante

El capitán Miguel y Juan el Navegante, de Martín Casariego [1], comienza, como dije ayer [2], con una pesadilla de Juan, el hermano menor de Miguel, y con que su padre le cuenta un relato que se inicia en 1538, en Francia. Después de una escaramuza contra unos franceses, el capitán Miguel es capturado y encarcelado en la Torre de la Mala Muerte: el conde De Grasse desea que confiese que una cicatriz que tiene en su pierna es, en realidad, el mapa de un tesoro en el Nuevo Mundo. Después de unos meses de encierro logra salir gracias a su hermano Juan, piloto, a quien no conocía. Viaja con él a América en su barco y se entera de muchas cosas de su propio pasado y de cómo fue posible su liberación. Todo se dirige hacia el momento en el que ambos hermanos se ven involucrados en una demencial expedición para encontrar El Dorado, que tendrá dos momentos culminantes: una batalla cruel entre los europeos y unos feroces guerreros mayas enmascarados de jaguares y de águilas, y luego un juego de pelota entre varios equipos con sus vidas en juego. E, igual que en la novela previa, no falta un elemento de fantasía mágica: los poderes ocultos que tiene un brujo maya.

Esta novela tiene mucha más información que la primera. Por un lado, de cuestiones relacionadas con la navegación, de utensilios y armamentos de toda clase, de todos los productos que los descubridores trajeron de o llevaron a América, etc. Por otro, de los deseos de riquezas, de poder y de gloria, que movían a muchos; y, aunque poco, pues al oyente son temas que le parecen un poco rollo, de las discusiones acerca del modo de tratar a los indios: «en el siglo XXI se habla constantemente de los derechos humanos, y pocos saben que su origen podría situarse allí, en Salamanca, en España, en el siglo XVI…», le dice su padre a Juan. Luego, abundan los datos acerca de las costumbres, profecías y creencias de los aztecas y los mayas, desde su sabiduría como astrónomos hasta la crueldad inhumana de sus sacrificios.

Las figuras heroicas de los dos hermanos, el capitán Miguel y Juan el Navegante, se siguen acentuando igual que se hacía en la primera novela, tanto con sus acciones de combate, como al dar a conocer sus pensamientos nobles, y con las descripciones irónico-serias de su porte —«grave la expresión, dura la mirada, presta la espada»—. Cobra más importancia la figura del escudero del capitán Miguel, Benito Boniato, de quien se subraya mucho, tal vez demasiado, su condición de «alma de cántaro» y cuya forma de hablar repetitiva y palurda es graciosa pero también muy de antiguo relato de cómic. En este género de aventuras ingenuas e imposibles, a lo Capitán Trueno [3] podríamos decir, se podrían colocar también algunas escenas y pasos del argumento.

Martin Casariego Córdoba. El capitán Miguel y Juan el Navegante (2016). Madrid: Anaya, 2016; 318 pp.; ISBN: 978-84-698-0837-5. [
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