Ilustraciones planas cuando empieza la historia, que pasan a tener volumen cuando cuentan la relación entre Tano y Baobab, y que vuelven a ser planas al final, cuando Tano ya está en su cama. Las primeras y las últimas son pinturas, normalmente sobre madera pero también entran en juego otros materiales para componer collages. Las intermedias son maquetas con figuras y muchos detalles, fotografiadas luego, y que han sido pensadas con una visión narrativa cinematográfica: unas presentan la escena desde la mirada de Tano, otras desde la de Baobab… El juego plano-volumen-plano mete al lector en la historia, le da densidad, y así subraya también la intensidad con la que los niños viven los sueños. Por otra parte, componer un álbum infantil mediante fotografías de maquetas, en cierto modo igual que se hacían las fotonovelas del pasado, es un modo de fabricar historias con posibilidades poco exploradas aún.
El texto habla de amor a los árboles a la vez que refleja bien algunas actitudes y el mundo de sueños de un niño. Es destacable cómo los padres alientan la sensibilidad del niño hacia la naturaleza y su paciencia para tratar a Tano con cariño. Se capta bien una característica reacción infantil: «¡No es justo!», exclama varias veces Tano, aun cuando el lector se da cuenta de que tampoco él lo está siendo del todo.
Otros álbumes: Cuando a Matías le entraron ganas de hacer pis en la noche de Reyes [1], con texto de Chema Heras; Moncho y la mancha [2].