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CARD, Orson Scott

Cuando se publicó, El juego de Ender fue un éxito enorme, debido no tanto a las teorías fantacientíficas como a su carácter de relato juvenil de aventuras e iniciación. Entre sus secuelas, que no alcanzaron ni su nivel ni su popularidad, destaca La sombra de Ender, aunque no sea exactamente una secuela pues en ella Card cuenta los mismos hechos del primer relato pero desde la perspectiva del genéticamente superdotado Bean. Ambas novelas tienen tensión argumental e intensidad emocional al describir los «procesos educativos» de Ender y Bean. Sólo pierden fuelle cuando el foco se centra en las cuestiones geopolíticas, y, en la segunda novela, cuando para narrar la investigación del pasado de Bean, Card dibuja una monja católica inteligente y recta pero inverosímil.

Aceptadas las premisas (situaciones ambientales, inteligentísimos niños de seis años…), la idea es brillante, el ritmo es vivo, las descripciones son claras, los diálogos son ágiles. La complejidad tecnológica es escamoteada con habilidad: en la primera novela le cuentan a Ender que, «cuando supimos que es posible comunicarse a mayor velocidad de la luz, lo hicimos», y entonces nació la física filótica, de la que «nadie entiende ni la mitad». Aunque la segunda novela ha sido hábilmente construida para ser comprendida sin necesidad de haber leído la primera, todo es más fácil si se lee después pues a fin de cuentas La sombra complementa El juego, y no al revés. Además, así se puede ver cómo, si en 1985 Card habla de un mundo futuro donde sigue activo el Pacto de Varsovia y en el que los conflictos de poder ocurren entre dos bandos definidos de rusos y norteamericanos, en 1999 se refiere a un Pacto de Varsovia renovado y a modos de uso de los ordenadores ignorados en la primera entrega.

Infinitas posibilidades emocionales

Muchos argumentos de la ciencia-ficción quieren explorar las «infinitas posibilidades emocionales», en palabras de Ursula LE GUIN [1], que se pueden suscitar en marcos infrecuentes. Esto multiplica los «pedaleos» éticos sobre situaciones irreales y no lleva muy lejos pues realmente nada está en juego. Pero Card sí aborda cuestiones de interés, pues si hubo quien trató antes la formación militar de un cadete espacial, él se fija sobre todo en las reacciones interiores de los protagonistas cuando afrontan las opciones límite que les marcan sus superiores. Con multitud de alusiones a líderes militares y políticos de la historia, Card da toda una teórica en torno al liderazgo, la soledad de quien lo ejercita, el dolor que causa tomar algunas decisiones… Aunque como antes Robert A. HEINLEIN [2], parece defender que la crueldad es inevitable cuando están en juego la libertad y la supremacía, por boca de Bean critica el defecto básico de un estilo educativo manipulador: «Lo que (ustedes) no parecen comprender es que a veces hay que decirle a la gente la verdad y pedirles que hagan lo que uno quiere, en vez de tratar de engañarlo para que lo haga». No se puede concluir mucho más, pero estos relatos vivos y emocionantes de Card hacen pensar, y también por eso rebasan los niveles éticos de la mayoría de los thrillers.

Otro libro: La puerta oculta [3].