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CAÑIZO, José Antonio del

Los relatos del autor son positivos y amables, revelan un ingenio chispeante y combinan una prosa rica y popular a la vez. El más característico de los registros que usa es el de una fantasía humorística, denominada por el propio autor como «fantasía comprometida», porque con esa perspectiva aborda cuestiones propias de la corriente realista de la literatura infantil actual: incomunicación, guerras, la soledad de los ancianos, la contaminación del medio ambiente, etc.—.

Si Las cosas del abuelo habla de un acompañante más cercano y tan o más creativo que una institutriz como Mary Poppins [1], a ASIMOV [2] difícilmente se le ocurriría un ejemplar como el entrañable robot despistado PP-13. Con imaginación y sentido del humor, el autor construye unos relatos divertidos y sugerentes, a los que no faltan gotas poéticas. He aquí un breve ejemplo: Trompo y Juli podían acudir cuando quisieran a la «ruidoteca» del abuelo y allí se dedicaban a escuchar «el mágico concierto de todos los sonidos coleccionados: Risas. Murmullos. Tarareos. El cantar de un grillo a los lejos. Aguaceros. El vibrar de las alas de una libélula al planear sobre un riachuelo. Balidos. Esquilas. Chisporroteos de un fuego de leña. El gorgoteo de una fuente antigua. Y el carraspear de un achacoso violín de un mendigo que tocaba por las esquinas el pasado invierno…».

Una breve muestra de la notable capacidad del autor para realizar descripciones visuales se puede apreciar en, por ejemplo, una escena tomada de La princesa que inventó el pantalón vaquero: la entrada de la cueva «era una grieta entre rocas cubiertas de musgo. Su bóveda estaba iluminada por miles de luciérnagas danzarinas. En la chimenea ardía un fuego de llamas azuladas. Unos búhos dormitaban en un rincón. Una flauta que flotaba en el aire y debía sentirse muy sola tocaba un concierto muy dulce».

¡Canalla, traidor, morirás! es un relato realista con un excelente primer tramo: la presentación del ambiente y la corrección a Shakespeare de las escenas de Julio César. La calidad de la prosa y el buen humor se combinan con la originalidad del planteamiento, para dar lugar a unas páginas memorables. También la segunda parte manifiesta soltura y oficio, pero las escenas de la irrupción del maquis y las distintas reacciones del narrador son un lugar común en novelas juveniles y menos originales.

Otro libro: El pintor de recuerdos [3], álbum ilustrado por Jesús GABÁN [4].