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STOCKTON, Frank

La renovación de los cuentos de fantasía en una línea irónica y humorística, en buena parte se debe a los relatos del autor, varias décadas anteriores a los de Edith NESBIT [1], y muy influyentes en obras como El maravilloso mago de Oz [2] y en cuentistas como fue O. HENRY [3]. Su primer libro de cuentos fue Ting-a-ling Tales, 1870, al que siguieron cuatro volúmenes más donde recogía los relatos que iba publicando en la revista Saint Nicholas: The Floating Prince and Other Fairy Tales [4], 1881 (en él se contienen La colcha del gigante y La hija del mago y el Joven de Alta Cuna); The Bee-Man of Orn and Other Fanciful Tales [5], 1887 (en él se contienen El gaitero y la dríade y El párroco y el grifón); The Christmas wreck and other stories [6], 1886 (en él se contiene El disipador de las dudas); The Queen’s Museum, 1887; The Clocks of Rondaine and Other Stories, 1892.

Stockton fue el primer escritor norteamericano en escribir unos relatos populares, con aires de cuentos de hadas pero de un modo propio que conecta bien con los lectores más escépticos hacia este género: sus criaturas fantásticas tienen reacciones de sentido común, que chocan irónicamente con sus otros rasgos, y sus historias tienen un final satisfactorio pero no completamente cerrado. Eso se ve bien en los cuatro relatos recogidos en La colcha del gigante y otros cuentos, bien narrados, amables e ingeniosos, que hacen sonreír a la vez que critican los comportamientos mezquinos y ensalzan las actitudes generosas. Un pequeño ejemplo del humor que gasta Stockton se puede tomar de la escena en la que, cuando el grifón se instala en la plaza del pueblo delante de la iglesia para contemplar su escultura, el párroco se ofrece a traerle comida: «Oh, no —dijo el grifón—. Nunca como nada entre equinoccios. En el equinoccio de verano y en el de otoño suelo tomar una buena comida que dura para seis meses. Tengo unas costumbres muy ordenadas, y pienso que no es sano estar picoteando entre comidas. Pero si usted necesita comer, vaya a hacerlo; yo me volveré al prado donde dormí anoche y echaré un sueñecito».

Son algo diferentes, pues tienen mucho de juego con los lectores ¿La dama o el tigre? y El Disipador de las Dudas. El primero es quizá el cuento más popular de Stockton y, ante la polémica que se generó por no haberle dado un final concluyente, decidió escribir el otro relato para zarandear del mismo modo al lector.