Los cuentos recogidos no tienen el sabor, digamos, delicado de las recopilaciones del XIX como la emblemática de los hermanos GRIMM [1]. En muchos se usa un humor más transgresor, bien mediante situaciones o expresiones realistas, como el pedo que hace reír a La princesa que nunca se reía, o bien con situaciones propias de la picaresca. Aunque realmente, como se hace notar en el prólogo las cosas son al revés: «La novela picaresca, y la de caballería, bebieron incansablemente de los cuentos populares».
Otros relatos: El bosque de los sueños [2].