- Bienvenidos a la fiesta - https://bienvenidosalafiesta.com -

SCHULZ, Charles

Dentro de las tiras cómicas de los periódicos, siempre hubo una veta intelectual, en forma de reflexiones sobre la vida cotidiana, incluso con acentos poéticos, deudora del KRAZY KAT [1] de George HERRIMAN [2]. En esa línea trabajó Schulz, con la peculiaridad de que siempre retrató un universo exclusivamente infantil, pues todos sus personajes son niños y animales domésticos, aunque sus inquietudes y preocupaciones son a menudo las de los adultos. En sus varias décadas de vida, sus personajes se han enriquecido y en sus vidas han ido entrando nuevos amigos, siempre niños y animales.

Entre los autores de cómic que optaron por la simplificación gráfica y empezaron a realizar dibujos sin perspectiva para conseguir una mayor expresividad, Schulz es quizá el más influyente. Sus dibujos, como sus textos, son engañosamente sencillos pues no es nada fácil sintetizar con tanta exactitud rasgos psicológicos tan distintos. Su humor funciona en un nivel infantil, cuando por ejemplo trata sobre incidentes escolares o recoge momentos cotidianos en que las cosas salen mal; o en un nivel intermedio, al reflejar el mundo interior de deseos, sueños, temores y frustraciones del niño, pero también para que los recuerde el adulto; o, en un nivel estrictamente adulto, cuando las situaciones o los comentarios ilustran problemas psicológicos de mayores, como la afirmación de Carlitos sobre que «los años son como las chocolatinas: cada vez son más caros pero más cortos».

En la gran mayoría de sus tiras, Schulz no pretende tanto hacer reír como recoger sentimientos simples, siempre ambiguos y que inciden en la frustración, el desconsuelo, la perplejidad, la decepción… Suele predominar una sensación de fatalidad, bienhumorada y tierna, de que las cosas nunca van bien o, si van, que algo se te está olvidando y no tardarán en estropearse. Se podría decir que cada tira es como una pequeña loseta de un mosaico cuyo dibujo va emergiendo a través de distintas series, y cuyo conjunto describe la frecuente dificultad o incapacidad de niños y adultos para discernir y encauzar los sentimientos. En el prólogo a El gran libro de Charlie Brown, citado arriba, Umberto Eco señala que si «poesía es individualizar personajes típicos en circunstancias típicas», y si «poesía es hacer brotar de los acontecimientos cotidianos, que solemos identificar con la superficie de las cosas, una revelación que nos haga llegar al fondo de dichas cosas», Schulz es un gran poeta. Se podría decir lo mismo de otro modo: que Schulz renueva nuestra mirada cuando nos enseña que muchas cosas ordinarias que un adulto considera banales para un niño poseen novedad y grandeza.

Con cada serie, Schulz va mostrando el modo de ser de los personajes: por medio del mundo imaginativo de cada uno; en el comportamiento en casa, en clase, en el juego…; en las relaciones entabladas entre hermanos, entre amigos-chicos, entre amigas-chicas, entre chicos y chicas… La elección de una u otra serie como la mejor no se funda tanto en criterios objetivos como en gustos y circunstancias personales. A mí me parecen especialmente jugosas: las que expresan el complejo de perdedor de Carlitos; las de la imaginación desatada de Snoopy; las reflexiones sobre la vida que cruzan Carlitos y Linus; las escenas del amor de Lucy por Schroeder; las de conversaciones de clase entre Marcia y Patty… Y, puestos a manifestar preferencia por algunas, la serie de cartas de amor de Snoopy («Querida mía, sin ti, los días se me hacen interminables…, los días parecen semanas…, las semanas, meses…, los meses, años…, los años, siglos…, los siglos… Ya te haces a la idea, ¿no?»); y la de las tensiones entre Carlitos y Sally (Sally: —Me pregunto si querrías hacerme los deberes… Sally: —Si me los haces, te estaré eternamente agradecida… Carlitos: —Eso lo dudo. Sally: —¿Y si te estoy agradecida un par de días?)…