Con Pequeño Azul y Pequeño Amarillo, un relato que habla de amistad por encima de cualquier prejuicio y de cómo la amistad nos cambia, Lionni compuso, para sus dos nietos, el primer libro infantil abstracto-conceptual e introdujo los colages en la confección de los álbumes. Es, por eso, una inexcusable referencia dentro de la pequeña historia de la literatura infantil, pero, además, cuanto más tiempo pasa más evidente resulta el talento gráfico de su autor: las imágenes tienen incluso más fuerza hoy que ayer por su limpieza y elegancia compositiva.
Y, si es cierto que con ese álbum no disfruta cualquier niño, no sucede así con los demás que se mencionan, unos álbumes compuestos con ilustraciones en colores planos, aparentemente simples, pero vistosas y expresivas, en las que predomina el colage pero también hay carboncillo, pastel y acuarelas. Frederick es un modelo de cómo afrontar unas cuestiones difíciles de explicar a los niños: la sensibilidad distinta de algunas personas, el valor del arte para enriquecer la vida… El sueño de Matías también habla de la vocación artística de una forma elegante y divertida. Y en Nadarín trata la idea de que la unión hace la fuerza de una forma inolvidable.
Hay quienes han reprochado al autor que sus mensajes sean demasiado explícitos, aunque a estas alturas está bastante claro que los niños-lectores se lo agradecen. Por otra parte, estos álbumes ejemplifican bien qué clase de relatos no envejecen, ni argumental ni gráficamente.
Otros álbumes: Una piedra extraordinaria [1], La casa más grande del mundo [2], Álex y el ratón de cuerda [3], Paso a paso [4], Cornelio [5], Su propio color [6]. Y los álbumes para prelectores, ¿Qué es?, ¿Quién es?, ¿Cuándo?, ¿Dónde? [7], Colores, Números, Letras [8].
Bibliografía:
José Morán. De fábulas, ratones y niños. Recordando a Leo Lionni. Revista PEONZA, n. 56, abril del 2001.
Leo Lionni. Entre mundos. Una autobiografía [9] (Between Worlds. The Autobiography de Leo Lionni [10]). En la página he incluido otra nota acerca de este libro [11].