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Memorias de una abuela apostadora

Hay historias que a unos les pueden hacer mucha gracia pero a otros no tanta. Si alguien ha vivido de cerca experiencias trágicas debidas al juego, por ejemplo, no querrá ni de broma un relato en el que la abuela enseña a su nieta a jugar al póker… Es el caso del singular Memorias de una abuela apostadora, de Dayal Kaur Khalsa [1].

En la primera parte la nieta habla de lo que a ella le contó la abuela de su vida: nació en Rusia, los cosacos invadieron su pueblo, siendo niña emigró a América, donde creció; luego se casó, su marido trabajó para un gánster muy importante y ella, para complementar los ingresos familiares, se convirtió en una experta jugadora de póker; después tuvo dos hijos, y uno se fue a California y otra, la madre de la narradora, se quedó a vivir en Nueva York; cuando el abuelo murió, la abuela se fue a vivir con su hija y su nieta. Y ahí comienza la segunda parte: la vida de la nieta con la abuela y las cosas que aprendió de ella.

El relato está acompañado con ilustraciones coloristas en la página derecha aunque, a veces, hay ilustraciones en ambas páginas. Las imágenes, más o menos deudoras del arte popular —aquí se dice que la ilustradora mezclaba los colores como las mujeres bereberes de Marruecos [2]—, tienen como misión mostrar algunas cosas tal como se las imagina la narradora y hacerle notar al lector el contraste entre lo que cuenta y el aspecto apacible de la abuela, una ancianita que no parece haber roto nunca un plato. Hay un momento de la narración que es a la vez divertido y polémico: cuando abuela y nieta van a comprar un juguete y la niña quiere una pistola, la abuela le dice que las pistolas no son para las niñas…

Dayal Kaur Khalsa. Memorias de una abuela apostadora (Tales of a Gambling Grandma, 1986). Barcelona: Ekaré, 2015; 32 pp.; trad. de Carmen Diana Dearden; ISBN: 978-84-943038-5-2. [Vista del libro en amazon.es [3]]