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Escenas de la vida parroquial

Escenas de la vida parroquial contiene los tres primeros relatos de George Eliot [1]: El triste destino del reverendo Amos Barton, La historia de amor del señor Gilfil, El arrepentimiento de Janet. Además, en un apéndice titulado «Cómo llegué a escribir relatos de ficción», habla de las dudas que le asaltaban al redactarlos, de lo que le decían sus conocidos, de cómo llegó a convencerse de su capacidad para ser novelista.

El primero tiene un argumento más directo que los otros dos y presenta unas dificultades de convivencia más cercanas a nosotros. El reverendo Amos Barton, un hombre bueno pero poco dotado para las relaciones sociales, tiene dificultades de aceptación en su parroquia y, sobre todo, sufre debido a la enfermedad grave de su mujer, Milly, una persona bondadosa y querida por todos. En el segundo relato el protagonista es el pastor Gilfil, unas décadas anterior a Amos Barton en la misma parroquia de Shepperton, y la historia cuenta cómo llegó a casarse con una desgraciada chica italiana, Caterina. En el tercero, que tiene lugar en la ciudad de Milby, asistimos a las tensiones «teológicas» y ciudadanas en torno al moderno reverendo Edgar Tryan, y a su influencia en Janet, la esposa de un hombre violento que ataca ferozmente a Tryan.

A George Eliot se la suele criticar por emplear su aguda ironía precisamente contra las mujeres —«¡Pobres corazones femeninos! Dios me libre de reírme de vosotros…»—, y por sus acentos de superioridad condescendiente cuando se refiere al mundo provinciano —en «el nivel intelectual de Shepperton es la repetición, no la novedad, lo que produce mayor efecto; y las frases, al igual que las melodías, tardan mucho tiempo en sentirse como en casa en el cerebro»—. Pero, sea como sea, sus observaciones al paso suelen ser pertinentes y certeras.

Por ejemplo: «Las distinciones sutiles son problemáticas. Es mucho más fácil decir que una cosa es negra que diferenciar el tono específico de marrón, azul o verde que realmente irradia. Es mucho más fácil decidir que tu vecino es un inútil que tratar de comprender unas circunstancias que le obligarían a uno a cambiar de opinión». O bien: «La calumnia puede derrotarse con la ecuanimidad; pero los pensamientos valientes no pagan la cuenta del panadero, y la fortaleza en ninguna parte se considera una moneda de curso legal para la carne». O esta otra: «Las emociones intensas gracias a las que la vida de un ser humano cambia de rumbo conquistan su victoria como lo hace el mar: aunque su avance sea seguro, a menudo, después de una ola más poderosa de lo habitual, parece retroceder hasta perder todo el recorrido ganado».

George Eliot. Escenas de la vida parroquial (Scenes of Clerical Life, 1858). Barcelona: Alba, 2013; 542 pp.; col. Alba Clásica; trad. de Marta Salís; ISBN: 978-84-8428-855-8. [Vista del libro en amazon.es [2]]