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Retorno a Brideshead

En su momento puse una breve nota sobre [1]Hombres en armas [1], de Evelyn Waugh [2]. Me gustó el análisis crítico, que tan bien hace notar las cualidades de la novela, pero vi que, para entender el juicio de Cyril Connolly de que, sin duda, era la mejor obra que había salido de la segunda Guerra Mundial, tendría que leer, además de Hombres en armas, las otras dos novelas que componen la trilogía Espada de honor [3], que son Oficiales y caballeros y Rendición incondicional. Pensé también que, dados los rasgos de la historia —muchos personajes; referencias o alusiones a sucesos reales de la guerra; guiños a novelas anteriores de Waugh, a Retorno a Brideshead en especial; uso abundante de siglas en los diálogos; construcción literaria cuidadosa con abundantes paralelismos e ironías situacionales—, sería mejor leer los tres libros seguidos y con calma. Así que, meses atrás, aprovechando varios viajes largos en tren, leí las tres, por orden y con pocas interrupciones: fue una gran experiencia comprobar la categoría de unos libros tan bien escritos, tan inteligentemente construidos, y tan bien comentados. Pero, antes de abordarlos, releí Retorno a Brideshead.

Esta novela, como muchos saben, comienza durante la segunda Guerra Mundial cuando el capitán Charles Ryder vuelve a la vacía mansión de los Marchmain y recuerda sus relaciones con ellos —desde su amistad con Sebastian en Oxford hasta el trato con su madre y hermanos, en especial con Julia—, con un tono característico de añoranza que va dejando paso a una comprensión más profunda de las cosas. En esta nota solo diré, siguiendo al autor de la edición crítica de Espada de honor, cómo Waugh cambió la economía verbal característica de sus anteriores novelas para usar una voz narrativa en primera persona que «domina toda la acción» y aporta «un singular tono de confidencia». Esto da paso «a una exuberancia de palabras, metáforas y descripciones, dotadas de un especial poder evocador. La nostalgia por un pasado perdido, por una juventud disfrutada en la arcadia oxoniense, impregna el tono de la obra». Por ejemplo, cuando el protagonista ve que ha de dejar atrás la amistad que había entablado con Sebastian, el narrador usa una metáfora típica de Thomas Wolfe [4]: «una puerta se había cerrado, la pequeña puerta en la pared que busqué y encontré en Oxford. Si la abría ahora, ya no descubriría ningún jardín encantado».

Evelyn Waugh. Retorno a Brideshead (Brideshead revisited, 1945). Barcelona: Tusquets, 2008, 7ª ed.; 412 pp.; col. Andanzas; trad. de Caroline Phipps; ISBN: 978-84-7223-251-8. [Vista del libro en amazon.es [5]]
Carlos Villar Flor, en la introducción a la edición crítica de Hombres en armas (Men at Arms, 1952). Madrid: Cátedra, 2003; 407 pp.; col. Letras universales; edición crítica y traducción de Carlos Villar Flor; ISBN: 84-376-2106-2.