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Emily, la de Luna Nueva

No había leído Emily, la de Luna Nueva, primer libro de una famosa trilogía de Lucy Maud Montgomery [1]. Gran error, porque tiene mucho encanto y gran calidad —no en vano Alice Munro lo ha elogiado como uno de los mejores libros de la literatura canadiense— (que quedan un poco deslucidos por erratas y fallos de traducción y edición).

Isla del Príncipe Eduardo, Canadá. Cuando su padre fallece, Emily tiene que irse a vivir a la Granja Luna Nueva con sus tías Murray, hermanas de su madre, una dulce y otra muy, muy rígida; ha de ir al colegio y aprender a convivir con distintos vecinos, unos con rivalidades históricas con los Murray, otros con historias tristes en su pasado… Y todo va cambiando. Cuando el relato termina, tiene trece años.

A quien haya leído Ana la de Tejas Verdes [2] o las novelas del género que proliferaron a finales del XIX y principios del XX, no le sorprenderán ni el argumento melodramático, ni las descripciones vivas de la naturaleza, ni las travesuras y momentos cómicos. Pero esta historia tiene algunos sumandos más.

Uno, que hay personajes notables que aparecen en toda la historia, como Elizabeth, la tía inflexible, o como Ilse, la impulsiva amiga de Emily; y otros ocasionales, como la brusca señora Ellen, que atiende a su padre antes de morir; o la maestra, la odiosa señorita Brownell; o el padre Cassidy, un párroco católico al que Emily visita en secreto.

Otro, que hay muchas páginas con la misma escritura y redacción de Emily, con faltas de ortografía que van disminuyendo según avanza la novela, y que dan a conocer bien las cosas que ocurren y el mundo interior de la heroína: «yo dije que el doctor Burnley pensaba que era endiabladamente guapa. La tía Elizabeth me dijo Emily en un tono terrible. Estaba blanca de la ravia. Pero si lo dijo el doctor Burnley, yo sólo estoy repitiéndolo, esclamé».

Otro más, que Emily siente una irrefrenable vocación poética, lo que le hace escribir versos y relatos: es extraordinariamente sensible a los comentarios que le hacen y, a la vez, va pidiendo opiniones a unos y otros, y cayendo en la cuenta de sus errores y aciertos. Al respecto no es difícil imaginar que algunas situaciones bien pudieron ocurrir en la vida de la autora.

L.M. Montgomery. Emily la de Luna Nueva (Emily of New Moon, 1923). Córdoba: Toromítico, 2014; 366 pp.; trad. de Esther Cruz Santaella; ilust. de Sara Lago y Antonio Cuesta; ISBN: 978-84-15943-18-1. [
Vista del libro en amazon.es [3]]