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Winesburg, Ohio

Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson [1], es una novela compuesta por más de veinte relatos o escenas que se desarrollan en la ciudad de Winesburg. La mayoría tratan, directa o indirectamente, sobre George Willard, un joven periodista. El narrador presenta una vida provinciana gris y con escasos alicientes, y una gente bondadosa pero sin muchas luces: resulta lógico que, al final, el periodista deje su pueblo para marcharse a la ciudad en busca de nuevos horizontes, o tal vez se desea sugerir que, sin el cronista, lo que pueda ocurrir en el pueblo quedará enterrado para siempre.

La he leído con interés pues conocía su valor y su influencia en tantas novelas posteriores con igual aspecto de mosaico. Los personajes tienen vida y las piezas encajan para fijar un retrato concreto de un pueblo: el que se opone al de las historias que pintan la vida provinciana como idílica y a sus habitantes como más naturales y sencillos que los estirados y vanidosos de la gran ciudad; el que presenta un mundo que parece terminarse y unos personajes que viven abrumados por la soledad.

En este sentido la novela de Anderson tiene la falta de objetividad propia de quien gasta demasiadas energías en rebajar a sus paisanos. Además, tiene la falta de perspectiva que da no coger altura: indirectamente lo señala el mismo autor en la dedicatoria a su madre cuando indica que sus «agudas observaciones acerca de todo lo que la rodeaba» despertaron su «inquietud de mirar por debajo de la superficie de las vidas ajenas», a ras de tierra podríamos decir. Contiene, sí, observaciones valiosas sobre algunos cambios sociales a peor: «en nuestros días, un granjero junto a la estufa de una tienda de su pueblo tiene la cabeza llena a rebosar de opiniones ajenas. Los periódicos y revistas se la han llenado de pájaros».

Al releer lo anterior me pregunto si este comentario está condicionado por la lectura previa de Ángulo de reposo [2], que tan buena impresión me dejó, o si mi visión un tanto negativa del planteamiento quejoso de la historia se debe a ser yo mismo provinciano y a que, al leerla, la contrastaba con novelas ambientadas en la misma época y en ciudades semejantes como, por ejemplo, La comedia humana [3]. Sea como sea, buen libro.

Sherwood Anderson. Winesburg, Ohio (1919). Barcelona: Acantilado, 2009; 256 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ISBN: 978-84-92649-16-7.