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La puerta de los pájaros

La puerta de los pájaros, de Gustavo Martín Garzo [1], es un relato con el que su autor, una vez más, se propone reivindicar el género de los cuentos de hadas para un público adulto.

Es un libro no muy largo pero con un argumento que da vueltas y revueltas. En su comienzo, Constanza, la hija del rey Dinis de Portugal, se queda fascinada por la historia que se cuenta en unos tapices acerca de la leyenda del unicornio. Más adelante, debido también a los regalos de dos objetos mágicos que le hace su padrino Merlín, se queda dormida permanentemente cuando tiene trece años. Su padre, desesperado, acaba casándose con una mujer horrible que desea deshacerse de Constanza pero la operación le sale mal y la chica, dormida, termina siendo una especie de atracción que unos gitanos exhiben de ciudad en ciudad.

Aparte de las que ya se apuntan en el párrafo anterior, en la trama y en el texto se contienen más referencias o pasos argumentales que remiten a más historias (relatos artúricos, el hada Melusina de Hugo von Hoffmannsthal, los niños perdidos de Peter Pan [2], versos de distintos poemas, frases evangélicas…). El mismo autor explica el origen de varias y de algunas alusiones culturales al final del libro. El mismo título, tomado de la puerta de los pájaros de Comillas, diseñada por Gaudí, simboliza la puerta de la imaginación que, para el autor, «nos lleva al mundo de los sueños, de los deseos, de la intimidad; todo ese mundo del que se nutren los cuentos». La historia tiene la clara intención de hacer notar el acierto de la famosa frase de Rilke acerca de que «el niño es la patria del hombre», de subrayar la capacidad de asombro que tienen los niños y que se pierde al crecer.

A favor del relato juegan la riqueza de lenguaje y la destreza narrativa del autor para engranar unas historias en otras; pero, sobre todo, que tiene un modo de contar convincente, seguro de sí mismo, con deseos de acceder a lo invisible y lo profundo de la vida. En contra, que son muchas las cosas que pasan y son muchos los guiños literarios: es difícil sustraerse a la impresión de que tenemos delante una construcción muy artificiosa mientras que una parte del impacto de los buenos cuentos de hadas que conocemos está, también, en su brevedad y en su concentración.

Por otro lado, mientras que algunos lectores sintonizan bien con este tipo de historias no es fácil para muchos otros hacerlo. Algunos ven poca consistencia en sus acentos de blandura evanescente, y otros ven mucho voluntarismo en las afirmaciones que desean encontrarle a la vida una belleza sin otro significado que ella misma. Sea como sea, el autor está cómodo en el reino de la infinita posibilidad, en el reino del «como si», y para él los cuentos deben dejar detrás un rosario de preguntas: en otro de sus libros dice que, «tal y como se nos cuenta en Las mil y una noches [3], la verdad no cabe en un solo sueño, y necesita del entrelazarse de muchos sueños para revelarse»; que la felicidad que los cuentos nos pueden aportar es la de «que es posible instalarse sin angustia en el reino de la incertidumbre».

Gustavo Martín Garzo. La puerta de los pájaros (2014). Madrid: Impedimenta, 2014; 192 pp.; ilust. de Pablo AULADELL [4]; ISBN: 978-84-15578-92-5. [Vista del libro en amazon.es [5]]