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Cantidad que puede ahogar la calidad

A mí me gusta visitar museos, porque es la única manera de conocer de primera mano algunas cosas, pero entiendo bien que a muchos no les resulten atractivos y comparto el rechazo conceptual hacia ellos que formulan gente como Valéry y Gombrowiz.

Paul Valéry: «El oído no soportaría escuchar diez orquestas a la vez. El espíritu no puede ni seguir ni dirigir varias operaciones distintas, y no hay razonamientos simultáneos. Pero el ojo se encuentra obligado a admitir en la abertura de su ángulo movedizo y en el instante de la percepción un retrato y una marina, una cocina y un triunfo, y personajes de los más diversos estados y dimensiones; y encima ha de acoger en una misma mirada armonías y maneras de mirar mutuamente incomparables».

Witold Gombrowicz: «Los cuadros no están hechos para ser colocados uno al lado del otro en una pared desnuda; un cuadro sirve para adornar un interior y ser la alegría de quienes pueden disfrutar de su presencia. Aquí, en cambio, se produce una saturación, la cantidad ahoga la calidad, las obras maestras contadas por docenas dejan de ser maestras».

Paul Valéry. «El problema de los museos» (Le problème des musées, 1923), Piezas sobre arte (Pièces sur l’art). Madrid: Visor, 1999; 282 pp.; col. La balsa de la Medusa; trad. de José Luis Arántegui; ISBN: 84-7774-600-1.
Witold Gombrowicz. Diario 1 (Dziennik 1953-1956). Madrid: Alianza, 1988; 391 pp.; col. Alianza 3; trad. y presentación de Bozena Zabolklicka y Francesc Miravilles; ISBN: 84-206-3229-5.