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Costumbres viejas y nuevas

En fechas como estas siempre hay quienes afirman que las Navidades están llenas de costumbres anteriores al cristianismo, comentarios a los que Chesterton [1] dedicó algunos artículos.

En uno señalaba que no es que haya costumbres paganas en Navidad sino que hay costumbres que han sobrevivido al paganismo, como sobrevivieron al industrialismo y como sobrevivirán al capitalismo. Todos fuimos paganos antes de ser cristianos pero eso no nos hace paganos.

En otro apuntaba que decir que las Navidades contienen muchos elementos del paganismo es otro modo de decir que contienen muchos elementos de humanidad. Ahora bien, la naturaleza de la combinación de todos esos elementos depende de la naturaleza de la selección y, por tanto, de la autoridad de quien los selecciona. Por ejemplo, hay quienes están siempre tratando de incluir la fe en un sistema de folclore en lugar de procurar incluir el folclore en un sistema de fe; quienes están empeñados en alargar el mito para cubrir muchas religiones, en vez de permitir a una religión que cubra muchos mitos.

En un tercero subrayaba lo pedante que resulta intentar explicarle a un hombre por qué hace una cosa que tanto él como el mismo autor de la cosa pueden explicar muy bien y de forma muy distinta. Es lo que pretende quien nos habla de que el origen de la Navidad está en que algunos antiguos escandinavos celebraban una fiesta en mitad del invierno en la que quemaban unos troncos grandes y eso: vale, y ¿qué se podría esperar que hicieran los antiguos escandinavos en el invierno?, o, al revés, ¿es que alguien espera que quemaran los troncos más grandes en verano? O bien, es el caso de quien afirma que la Navidad recuerda que algunas tribus antiguas adoraban al sol o, más probablemente, que comparaban algún héroe o dios con el sol: ya, pero muchos poetas han comparado a su dama con el sol sin que eso quiera decir que la imaginasen algún mito solar. En cualquier caso, si de ahí alguien concluyese que las Navidades son una especie de adoración del sol, la única respuesta que se le podría dar es que no, es que es algo completamente diferente. Y si quien lo afirmara siente algo del espíritu que vive detrás de los símbolos, lo primero que cabría esperar de él es que apreciase la diferencia entre cosas tan opuestas como adorar al sol y seguir una estrella.

El primer párrafo es de «Christmas and the Peasant Traditions», The Illustrated London News, artículo del 24 de diciembre de 1921, Collected Works, volume XXXII [2]; el segundo es de «A Christmas of Peace», artículo del 28 de diciembre de 1918, Collected Works, volume XXXI [2]; el tercero es de «Christmas and the Progressive Movement», artículo del 1 de enero de 1910, Collected Works, volume XXVIII [3]; versiones mías.