Lo he pasado bien leyendo (rápido) El Rastro, de Andrés Trapiello. Es un libro en el que se reúnen textos inéditos del autor junto con otros ya publicados en sus diarios, todos escritos con motivo de sus visitas habituales al Rastro y de su trato con quienes venden allí de todo, especialmente libros. Es toda una guía para aprender una forma de negociar particular: en los puestos del Rastro «se admiten las reclamaciones, pero no las devoluciones (“No digo yo que lo que usted dice no sea verdad, pero cuando yo se lo vendí estaba funcionando”)». El Rastro es, afirma el autor, «el reino de las postrimerías», y «es también el del optimismo antropológico: el de “está casi nuevo”, “solo le falta eso”, “es que si estuviera completo o en buen estado valdría el doble”, “tiene mucha más gracia así”, “es que, si usted me lo permite, así tiene más valor, como los sellos defectuosos”».
Uno de mis intereses al leerlo está en encontrar este tipo de frases:
—«Del barroco la mejor definición, hasta la fecha, es de Gaya: “Lo que sobra”».
—«Ya lo decía aquel a quien le preguntaron qué le había parecido La Alhambra: “Como todas las Alhambras”».
—«Coleccionar es siempre una forma de recordar».
—«Coleccionar (y lo saben bien los adultos que lograron conservar sus colecciones de tebeos, juguetes, cromos), se convierte de ese modo en el ennoblecimiento, mediante el recuerdo, de lo pasado».
—«El que va al Rastro es alguien que trata, en primer lugar, de poner orden en el mundo».
Otro es encontrar este tipo de «análisis»:
—«El coleccionista puede tener múltiples motivaciones para serlo: interés por los objetos en sí mismos, búsqueda de lo insólito, perfección de la serie completa, persecución del objeto perfecto en sí, búsqueda de la anomalía, incluso de la monstruosidad, que hace de un objeto algo excepcional (tal sello mal impreso, tal ejemplar de una edición destruida, un ejemplar de repulsiva piedra bezohar), competencia entre coleccionistas, deseo de prestigio e incluso, al margen de todo sentido estético, búsqueda de una posición aventajada».
—«Ha de reconocerse al arte moderno haber traído un poco de esperanza a todos los artistas mediocres del mundo, que reclaman para sus obras un lugar en los museos al lado de las de Beuys, Miró, Pollock, Duchamp y tantos, entre los que, todo hay que decirlo, tampoco desmerecerían».
Andrés Trapiello. El Rastro: Historia, teoría y práctica (2018). Barcelona: Planeta, 2018; 376 pp.; col. Imago Mundi; ISBN: 978-8423354412. [Vista del libro en amazon.es [1]]