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Observadores a los que no les gusta la confusión

Después de Quitar en vez de añadir [1] y de Sin códigos secretos [2], una cita más de Bruno Munari [3] en la misma dirección, pero precedida de un comentario de Malcolm Gladwell que abunda en la idea.

Dice Gladwell que quienes hicieron todo el trabajo preparatorio a la emisión de Barrio Sésamo comprobaron que los niños ven la televisión cuando pueden comprender lo que ven y dejan de hacerlo cuando lo que aparece les confunde. Ellos pensaban que un personaje que hacía juegos de palabras era gracioso pero lo eliminaron cuando vieron que los niños lo detestaban. Descubrieron que a los niños no les gustaba ver a los actores enzarzarse en una discusión, ni soportaban las escenas en las que dos o tres personas hablaban a la vez: aunque los editores adultos pensaban que las escenas de confusión les resultaban emocionantes, las pruebas confirmaron que a los niños les aburrían. Aunque, al principio, siguiendo las opiniones de los consejeros científicos, separaron las escenas de fantasía y realidad porque, supuestamente, podían resultar engañosas para los niños, finalmente no actuaron así: los niños perdían interés en las escenas filmadas en calles reales, que para ellos era un soso mundo de adultos, pero se reavivaba en cuanto aparecía de nuevo un teleñeco.

Esto se puede unir con unas observaciones de Bruno Munari acerca de qué gusta a los niños y qué gusta a los padres: «un buen libro para niños, con bellas figuras expresivas, con una historia justa, impreso sin lujo, no tendría éxito alguno (cerca de ciertos padres), pero gustaría mucho a los niños». Y sigue: «un buen libro para niños, de los tres a los nueve años, debiera narrar una historia muy elemental y mostrar figuras enteras, en colores, muy claras y precisas. Los niños son formidables observadores y advierten muchas cosas que los adultos con frecuencia no perciben; en un libro mío, [Nella notte buia [4]], en el que experimenté las posibilidades comunicativas de diversas clases de papel, hay, en el primer capítulo, en papel negro, un gato que sale fuera de una página y mira la página siguiente. Muchos adultos no han advertido este curioso hecho». Y «las historias deberían ser sencillas como sencillo es el mundo de los niños: una manzana, un gato (los animales pequeños les interesan más que los grandes), el sol, la luna, una hoja, una hormiga, una mosca, una mariposa. El agua, el fuego, el tiempo (los latidos del corazón)».

Malcolm Gladwell. The Tipping Point: cómo pequeñas cosas pueden provocar una gran diferencia (2000). Madrid: Espasa, 2001; 294 pp.; trad. de Inés Belaustegui Trias; ISBN: 84-239-8731-0.
Bruno Munari. El arte como oficio (Arte como mestiere, 1966, artículos publicados en Il Giorno). Barcelona: Labor, 1991; 175 pp.; col. Labor; trad. y prólogo de Juan-Eduardo Cirlot; ISBN: 8433535064.