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La semilla de la bruja

La semilla de la bruja, de Margaret Atwood, forma parte de un plan editorial en el que a distintos escritores les han encargado una novela sobre una obra de Shakespeare. La de la escritora canadiense trata sobre La tempestad, cuyo argumento se resume de modo detallado al final del libro para quienes no lo conozcan ya.

Esta reseña [1] explica el argumento y las cualidades de la obra. Félix, un experto director y actor teatral, despedido por las intrigas de quien durante muchos años fue su segundo, acaba siendo, con su identidad cambiada, profesor de teatro en una cárcel. Años más tarde, cuando el culpable de su despido, entonces en el Ministerio de Cultura, visita la cárcel sin saber quién es el profesor de teatro de allí, Félix organiza para él una representación de La tempestad: muchos incidentes de la obra, además de lo que le ocurrió a Próspero con su hermano, reflejarán su propia historia.

El carácter teatral de la novela implica que, por un lado, explica muchos incidentes que son muy visuales, que no requerirían descripción alguna en una representación; y, por otro, que abundan en ella los diálogos afilados que se apoyan en los parlamentos shakespearianos. Son muchas las explicaciones interesantes sobre todo el trabajo de preparación que hay detrás de una obra teatral; sobre la capacidad llamémosla terapéutica del teatro para quienes están en la cárcel —«un convicto haciendo de actor. Una doble irrealidad», piensa el protagonista—; y sobre la potencia de conversión y transformación propias de una gran obra literaria.

Al protagonista lo deben registrar cada vez que ha de entrar en la cárcel y acaba siendo amigo de los guardias que, con el paso del tiempo, confían en él totalmente: «¿Qué podría querer pasar de contrabando Félix, un viejo actor como él? Lo que debería preocuparos son las palabras, piensa al mirarlos. Eso es lo que de verdad es peligroso. Las palabras no se ven en los escáneres». En otro momento le preguntan qué obra preparará con los internos para representar ese año: La tempestad, les dice; ellos tienen dudas de si será buena; entonces les cuenta que habrá venganzas y eso les gusta; y cuando uno de los guardias le comenta: «Las que usted hace siempre son buenas. Confiamos en usted», el narrador apostilla: «Insensatos, piensa Felix: nunca hay que fiarse de un actor profesional».

Margaret Atwood. La semilla de la bruja (Hag-Seed, 2016). Barcelona: Lumen, 2018; 329 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ISBN: 978-84-264-0440-4. [Vista del libro en amazon.es [2]]