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¿Se pueden pintar leyendas?

Lo que arraiga en el hueso, novela de Robertson Davies. En uno de los primeros encuentros del experto Tancred Saraceni con el que será su alumno-aprendiz Francis Cornish, el primero le comenta unas pinturas prerrafaelitas que intentaban ilustrar la búsqueda del Grial y le dice: ese es «un tema mucho más apropiado para la poesía que para la pintura. ¿No le parece que el espíritu del Grial se evoca mejor con palabras que con imágenes? ¿Se me puede acusar de hereje por afirmar que a cada arte le corresponden la supremacía en una esfera diferente y, por tanto, se expone a grave peligro cuando invade otra? Pintar lo ilustrativo de una leyenda es convertir la pintura en una leyenda de segundo orden. La pintura que narra una historia es inútil porque es inmóvil: carece de movimiento, de matices y de posibilidades de cambiarlo, cualidades que resumen el alma de la narración. Supongo que no sería excesivo pensar que los poetas que se pusieron en ridículo con esas viejas, sucias y destrozadas pinturas tuvieran algo que decir a un maestro de la pintura, aun cuando éste no fuera poeta».

Robertson Davies. Lo que arraiga en el hueso (What’s Bred in the Bone). Barcelona: Libros del Asteroide, 2008; 487 pp.; trad. de Concha Cardeñosa Saenz de Miera; ISBN: 978-84-936597-6-9.