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Más allá del orden (2)

Después de la nota de ayer [1], pongo la segunda que anuncié, que habla del juego del quidditch en las novelas de Harry Potter [2]: siempre pensé que era un juego con unas reglas absurdas pero ahora entiendo que ni mucho menos era así. Adapto un poco los párrafos quitando unas referencias que hace Jordan Peterson a lo que llama el «caos circular», que aquí no me parecen necesarias.

«El objetivo del quidditch es meter un balón (el quaffle) en uno de los tres aros que defiende el equipo contrario, al tiempo que se sobrevuela el campo de juego con escobas encantadas. El equipo que anota recibe diez puntos. Simultáneamente, hay dos jugadores (uno de cada equipo) que juegan a otra cosa: un juego dentro del juego. Escogidos por su excepcional capacidad de atención y su destreza con la escoba, estos dos rivales —⁠conocidos como buscadores⁠— buscan, persiguen e intentan atrapar la esfera dorada, la snitch (…). La snitch es dorada —⁠símbolo de su gran valor y pureza⁠— y zumba de aquí para allá, sin control y a toda velocidad. Va en línea recta, zigzaguea, revolotea y lleva de cabeza a los buscadores, que la persiguen a horcajadas en sus escobas. Si un buscador atrapa la snitch, su equipo gana ciento cincuenta puntos (lo que normalmente asegura la victoria) y el partido se acaba. Esto implica que perseguir y atrapar lo que sea que represente la snitch (…) es un objetivo más importante que cualquier otro.

¿Por qué el juego de Rowling [3], fruto de su gran imaginación, está estructurado de esa manera? ¿Qué significa su idea narrativa? Hay dos formas de responder a estas preguntas, aunque ambas están muy relacionadas:

Primero: (…) quien gana de verdad un juego es la persona que juega limpio. La razón es que jugar limpio, pese a las particularidades de cualquier juego, es un hito superior a la mera victoria. Intentarlo, en su máxima expresión —⁠seguir la esencia de las reglas, pero también su redacción⁠—, denota un verdadero desarrollo de la personalidad, exhibido por el interés por la auténtica reciprocidad. Los buscadores de la snitch tienen que ignorar los pormenores del partido, del que siguen formando parte, mientras intentan encontrar y atrapar la canica dorada. Del mismo modo, quien juega en el mundo real debe ignorar las particularidades de ese juego y fijarse en lo que constituye la auténtica deportividad, sin perjuicio de lo que ocurra en el terreno de juego. Así, el jugador ético, como el buscador, persigue sin atender a razones lo que es más valioso en medio de complejas y antagónicas obligaciones.

Segundo: [a veces, nuestro interés se ve arrastrado de manera irresistible hacia una persona, situación o hecho, que se distinguen de todos los demás que van sucediendo a nuestro alrededor]. Pues «el buscador —⁠en la vida real, así como en la saga de Rowling [3] y en su juego de quidditch⁠— es aquel o aquella que se toma esa sensación de relevancia más en serio que cualquier otra cosa. Por tanto, el buscador es la persona que juega a lo mismo que todos los demás (y que es disciplinado y un experto), pero que también juega a otro juego de mayor categoría: la búsqueda de lo que reviste una relevancia primordial. La snitch, (…) se puede considerar el recipiente de esa relevancia primordial —⁠de ese significado⁠— y, por ende, algo revelador cuando se persigue y se atrapa. En este contexto, haríamos bien en recordar lo que se ha terminado conociendo como la Regla de Oro: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6:31). No hay nada más importante que aprender a esforzarse por jugar limpio en circunstancias adversas y funestas. Esto es lo que habría que perseguir, por decirlo de algún modo, durante cualquier juego, aunque también sea importante intentar ganar».

Más adelante continúa Peterson: «Tú no eliges qué te interesa. Ese algo te elige a ti. Algo sale de la oscuridad para resultarte fascinante, digno de ser vivido; después, algo nos hace avanzar hasta la siguiente manifestación significativa. Y así va la cosa, mientras seguimos buscando, desarrollándonos, creciendo y floreciendo. Es un viaje peligroso, pero también es la aventura de nuestras vidas. (…) Vale la pena señalar (…) que los buscadores persiguen la snitch tanto dentro como fuera del terreno de juego que define los límites para todos los demás jugadores. Cuando salen, pueden atravesar los cimientos de madera del estadio de quidditch. Esto no sería un problema si al mismo tiempo no les persiguiera un bludger, un balón volador sólido y masivo capaz de tirarlos de la escoba, e incluso de impactar y dañar esa misma estructura. Si atrapan la snitch, como hemos dicho, normalmente alcanzan la victoria. Pero, al hacerlo, se arriesgan a menoscabar los propios cimientos del juego, igual que hacen las personas creativas cuando persiguen visiones innovadoras pero perjudiciales».

Jordan Peterson. Más allá del orden (Beyond Order: 12 More Rules for Life, 2021). Barcelona: Planeta, 2021; 480 pp.; trad. de Judith Sirvent Almenar; ISBN: ‎978-8408239048. [Vista del libro en amazon.es [4]]