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Confianza en la tradición de la prueba

Hablando de Bach, dice Coetzee que, «en un primer sentido, el clásico es aquel que supera los límites del tiempo, que retiene un significado para las épocas venideras, que vive. En un segundo sentido, una buena parte de la música de Bach pertenece a lo que vagamente se denomina “los clásicos”, la parte del canon de la música europea que aún se interpreta con relativa frecuencia en todo el mundo, aunque no demasiado a menudo ni ante auditorios particularmente masivos. El tercer sentido de “clásico”, el sentido que Bach no cumple, es que no pertenece al renacimiento de los denominados “valores clásicos” que dominó el arte europeo a partir del segundo cuarto del siglo XVIII».

Continuando con Bach, se pregunta luego que, como «la historia de la oscuridad y del silencio no es exactamente la historia de la verdad sino la historia de las capas depositadas en el transcurso de la historia», ¿cuáles son los límites de una relativización histórica de un clásico? Y se responde que «es posible mantener viva la música y que goce de buena salud en el marco de los círculos profesionales a pesar de que el público no sea consciente de ello, ni siquiera en el campo de las personas con formación». Por eso, afirma, «si hay algo que permita confiar en la condición de clásico de Bach es el proceso de prueba al que ha sido sometido dentro de los círculos profesionales». Y, continúa, «me atrevería a sugerir que clásico en música es aquel que emerge inerme del proceso de ser puesto a prueba día tras día». Este criterio «expresa confianza en la tradición de la prueba, una confianza en que los profesionales no dedicarán trabajo y atención, generación tras generación, a mantener piezas musicales cuyas funciones vitales han terminado».

J. M. Coetzee. Costas extrañas: ensayos, 1986-1999.