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Indefensos ante la necedad

En el libro citado [1] el pasado domingo Claudio Magris vuelve a mencionar una cita de Schiller que ya le había leído —la de que «contra la estupidez hasta los dioses luchan en vano»—, y se refiere con alguna frecuencia a Dietrich Bonhoeffer, que habla de lo mismo en una de sus cartas desde la cárcel: «Para el bien, la necedad constituye un enemigo más peligroso que la maldad. Existe la posibilidad de protestar contra el mal, de ponerlo al descubierto y, en caso necesario, de evitarlo por la fuerza; el mal lleva siempre en sí el germen de la autodestrucción al dejar en el ser humano, como mínimo, una sensación de malestar. En cambio, frente a la necedad carecemos de toda defensa, no somos capaces de hacer nada contra ella, tanto si nos valemos de protestas como si utilizamos la fuerza: las razones no surten efecto; el necio deja de creer sencillamente en los hechos que contradicen su prejuicio —en tales casos incluso se muestra crítico—; y si los hechos simplemente son inevitables, simplemente los desecha como casos aislados y sin importancia. Así, y a diferencia del hombre malo, el necio se siente satisfecho de sí mismo, e incluso puede llegar a ser peligroso cuando, levemente irritado, pasa al ataque. Por ello es más necesaria mayor precaución frente al necio que frente al malo».

Dietrich Bonhoeffer. Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio (Widerstand und Ergebung. Briefe und Aufzeichnungen aus der Haft, primera edición en 1951). Salamanca: Sígueme, 2008; 255 pp.; col. El peso de los días; edición de Eberhard Bethge; trad. de J. J. Alemany y Constantino Ruiz-Garrido; ISBN: 978-84-301-1598-3.