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Charles Dickens, de Claire Tomalin

Para preparar la nueva edición de La eficacia del optimismo [1], uno de los libros que he leído y utilizado, y que comento en el interior, es la biografía de Dickens [2] que firmó Claire Tomalin. En la portada de la edición en castellano se anuncia que esta «vida del mejor escritor inglés, doscientos años después de su nacimiento, se lee como una de sus novelas». Y, en efecto, es una biografía muy amena porque la narración es excelente y, al seguir los pasos de la interesante vida de Dickens, se pone bien de manifiesto su fascinante personalidad.

Al contar pormenorizadamente los hechos conocidos de la vida de Dickens, Tomalin sigue dos líneas con especial interés. Una es la de la enorme generosidad de Dickens al implicarse personalmente y sin regatear medios —dinero, tiempo, preocupación— para resolver necesidades concretas de muchas personas necesitadas: en particular, se detiene a explicar su esfuerzo para sacar adelante un hogar de rehabilitación de prostitutas, con la gran ayuda económica de la baronesa Angela Burdett-Coutts [3]. Otra es la de las relaciones que tuvo con su mujer, amorosas y cordiales durante muchos años, y ásperas e injustas cuando se divorció de ella; y las equívocas relaciones que mantuvo con Nelly Ternan [4] (sobre quien Tomalin ha escrito también un libro). La gran simpatía que la biógrafa siente por Dickens no le impide criticar su comportamiento: por un lado, su trato con las mujeres —«es más fácil apreciar a Dickens excluyendo a las mujeres que hubo en su vida»—; y, por otro, aunque fue siempre muy amigo de sus amigos varones, su trato implacable e incluso vengativo con las personas que no actuaban según su criterio, no siempre certero —sus propios hijos, familiares, editores, amistades, etc.—.

Resulta sorprendente que, tan escrupulosa como es cuando intenta fijar qué sabemos con certeza y qué cosas son puras especulaciones, y tan respetuosa cuando reproduce sin críticas afirmaciones de Dickens de todo tipo, Tomalin manifieste su incredulidad acerca de que las creencias religiosas de Dickens fueran las que decía tener. De acuerdo con los datos que se poseen, afirma que Dickens despreciaba las exhibiciones de devoción pero que mantuvo toda su vida una actitud reverente hacia la idea de Dios. Sin embargo, no se atiene a los datos disponibles cuando asegura que Dickens no se creía las frases de consuelo y esperanza cristianas que escribe en sus novelas y en su correspondencia.

Claire Tomalin. Charles Dickens (Charles Dickens. A Life, 2011). Madrid: Aguilar, 2012; 565 pp.; trad. de Begoña Recasens; ISBN: 978-84-03-01255-4. [Vista del libro en amazon.es [5]]