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Recuerdos de un jardinero inglés

Recuerdos de un jardinero inglés, de Reginald Arkell, es una amable novela que, sobre todo, apreciarán mucho los entusiastas de la jardinería, pero que está tan bien escrita y es tan simpática, que tendrá muchos lectores de toda clase. Se desarrolla entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Su protagonista es Bert Pinnegar, apodado el «Viejo Yerbas», un prestigioso jardinero. En la novela recuerda primero su infancia, siendo huérfano, en una granja; luego su trabajo, desde muy joven, en la finca de la señora Charteris, que pronto se queda viuda, y sus logros profesionales; en el tramo final se cuenta que la señora Charteris vende su finca al coronel Widford y el futuro del protagonista parece incierto.

Una parte del atractivo del relato, para cualquier lector, está en lo bien que se cuenta cómo madura el protagonista. Cuando empieza a trabajar, su jefe es el señor Addis, de quien se nos dice, y de quien aprende Pinnegar, que «el respeto que exigía a los demás estaba firmemente basado en el respeto que él mismo sentía por su trabajo». En otro momento se dirá que Pinnegar fue «desarrollando poco a poco un talento natural para decir lo que pensaba con las menos palabras posibles. A diferencia del charlatán común, que siempre está dispuesto a hablar de lo que sea, él se limitaba a su tema y muy pronto descubrió que la mejor forma de aprender es enseñar a otros que saben un poco menos que tú». También se verá cómo hace frente a dificultades que, al principio, le parecen insalvables pero que luego resuelve más que bien: «Es curioso, pensó el señor Pinnegar, cómo se deja uno amedrentar por cosas pequeñas únicamente porque no las ha hecho antes» y, después de abordarlas, el narrador nos dice que «le costaba creer que había estado a punto de ser tan tonto como para rechazar semejante oportunidad. En fin, de la experiencia se aprende».

Otra parte del tirón de la historia, en especial para los amantes de la jardinería, es la excelente descripción de sus trabajos propios y el talante que obligan a desarrollar. Así, se apunta cómo «en un jardín no se puede estar enfadado mucho tiempo». Se afirma que «el jardinero es un ser frustrado para el que las flores nunca brotan en el momento oportuno. En todo lo que lo rodea ve cambio y descomposición. Es todo muy triste, y cómo los jardineros consiguen salir adelante ante tales adversidades es una de esas cosas que nadie entenderá nunca». En otro momento se subraya que «la jardinería puede ser la ocupación más exasperante del mundo, pero da tanto como exige, ni más ni menos. La vida en un jardín es una larga batalla contra las fuerzas del Mal, pero la victoria merece la pena. A una derrota exasperante le seguía un triunfo espectacular. En un momento estás tirado en el suelo y al siguiente te elevas sobre las alas de la mañana. Aunque Bert Pinnegar no expresaba sus sentimientos con esas palabras exactas, algo dentro de él cantaba una melodía parecida».

Reginald Arkell. Recuerdos de un jardinero inglés (Old Herbaceous, 1950). Madrid: Periférica, 2020; 224 pp.; col. Largo recorrido; trad. de Ángeles de los Santos; ISBN: 978-8418264719. [Vista del libro en amazon.es [1]]