Dos niños que juegan juntos tienen que dejar de hacerlo cuando estalla una guerra y sus casas quedan separadas con una cerca de espino. Cuando la guerra termina, el padre de Flon-Flon le dice: «La guerra no muere jamás, hijo mío. Sólo duerme de vez en cuando. Y, cuando duerme, hay que tener mucho cuidado para no despertarla».