La señora Buendía es costurera y acaba de terminar un traje para la duquesa. Pero enferma y no puede llevárselo. Como corre prisa, su hija Irene se ofrece y, a pesar del viento, el frío, la nieve, que se tuerce un tobillo…, acaba llegando y entregando el traje. La duquesa se admira de que, con ese tiempo de perros, haya conseguido siquiera llegar.