Novela bien escrita, que cabría calificar de maduración, tanto del pequeño Will como del inicialmente arisco Tom. Debido a que la narración discurre a un ritmo lento y a que las penurias de Will son muchas, a no pocos lectores les cuesta terminarla. El narrador sabe poner de manifiesto, con muchos detalles, tanto la incapacidad de Will para darse a conocer como la forma, discreta y aparentemente brusca, en que Tom va comprendiendo su estado. El gran éxito de esta novela en Inglaterra se debe, además de a su lograda ambientación en un momento histórico tan especial, al carácter dickensiano de su planteamiento, de sus personajes, de su lenguaje de argot, y de su evolución hacia el que se ve que será un final satisfactorio. A favor del narrador hay que decir que trata bien a personajes que un Dickens [1] retrataría de modo más inclemente: queda claro que la madre de Will es una mujer enferma, por motivos que no llegamos a conocer, y no una mujer malvada, y tampoco se ceba en los enfermeros y médicos rígidos a los que Tom burla para evitar que internen a Will.
Otra novela: Sencillamente Henry [2].