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COURTENAY, Bryce

Larga y subyugante novela, ágil y rica, que recorre linealmente las etapas del crecimiento de Peekay. En cada una se perfilan con detalle su mundo interior y el de los variados y atractivos personajes secundarios. La narración es realista, con momentos de humor y de ternura que van equilibrando las páginas de acción y los comportamientos violentos. Las descripciones, minuciosas y coloristas, resultan amenas e incluso fascinantes. La novela subraya de modo convincente valores humanos: amistad, coraje, valor, amor a la naturaleza… Y realiza también una crítica objetiva y mordaz de los prejuicios racistas. La única sombra es el regusto vengativo que deja el final.

Reglas para ganar

La dureza de la vida hizo entender a Peekay, siendo todavía un niño, que «no es especialmente importante saber lo que dice una insignia o un rótulo, pero cuando eres pequeño y estás solo, tienes que captar rápidamente toda la información posible. El buen camuflaje se basa en eso». Más adelante, Peekay perfeccionará su idea del camuflaje para sobrevivir: «El mejor camuflaje de todos es la coherencia. Si haces algo con suficiente frecuencia y al mismo tiempo y de la misma manera te haces invisible. Una sombra más».

Su primer maestro fue Hoppie: «No lo olvides, a veces, muy de vez en cuando, con lo que mejor boxea uno es con la boca». De él aprendió cómo el pequeño puede vencer al grande: «Primero con la cabeza y luego con el corazón, pensando siempre hasta el final, porque esta es la primera regla para ganar: no dejar de pensar». Pero, sobre todo, Hoppie enseñó a Peekay lo que puede una idea, un corazón, una inteligencia, un plan, una decisión.

Más tarde, tendrá un guía perfecto en Doc, un viejo naturalista extravagante y enamorado de los cactus, algo exageradillo, pero siempre sugerente y valioso: «No se puede seguir siempre la opinión especializada. Si le preguntas a un pollo cómo debería estar relleno siempre te dirá que con saltamontes, gusanos y lombrices».

Los consejos y los ejemplos que recibe van inculcando en Peekay un coraje y un espíritu de superación enormes. Y en su corazón y en su mente arraiga la segunda regla para ganar: «No hay que pensar nunca en las consecuencias de una derrota. Pensar demasiado en las consecuencias distrae la voluntad de la concentración en la victoria. Hay que pensar por encima de la capacidad de concentración normal y luego que tu valor se atreva a seguir tus pensamientos».