Con un sentido del humor ingenuo, el autor compone un relato cordial y simpático, en el que consigue escenas hilarantes con bromas elementales y una sorprendente facilidad de recursos: pareados con los nombres de los frailes, imágenes sencillas como la de «los melones fugitivos» tras los que corre Fray Perico colina abajo, leves descripciones sugerentes como el «tufillo a chocolate» que llega del comedor, o la cara «más larga que un ciprés» del superior, Fray Nicanor. Juan Muñoz busca conectar directamente con el lector: y así, cuando el superior manda a Fray Perico que plante una escoba, para probar su obediencia, el narrador pregunta: «¿Qué hubierais hecho vosotros? ¿Verdad que una escoba no se debe plantar? Es cosa de risa. Bueno, pues él la plantó, le echó estiércol y la regó. Todos los frailes se partían de risa…».
Las andanzas del protagonista continúan en otros libros: Fray Perico en la guerra (1989), Fray Perico, calcetín y el guerrillero Martín (1994),Nuevas aventuras de Fray Perico (1996), Fray Perico en la paz (1996), Fray Perico y Monpetit (1998), Fray Perico y la primavera (2003), Fray Perico y la Navidad (2003), Fray Perico de la Mancha (2005).