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NESQUENS, Daniel

Las narraciones del primer libro son como pequeñas historias surrealistas donde las situaciones se dislocan, otras son una especie de bromas cercanas. El autor arranca la sonrisa con expresiones directas: «Mi madre tiene la rara habilidad de poner la judía verde al lado del pimiento rojo. Ves el pimiento y dices mira la judía verde». Y tiene facilidad para las imágenes certeras, como la de una «mañana de nubes en peregrinación», y las comparaciones felices, como la de la señora «con una sonrisa tan inclinada como la Torre de Pisa». Hasta (casi) cien bichos son relatos con el mismo tipo de humor, de nonsense surrealista, pero más cortos, que componen un divertido bestiario. En ambos casos, con distintos estilos, las ilustraciones añaden más sabor a las historias.

Mi vecino de abajo es un libro con un aspecto que podría ser el de un álbum ilustrado: parece un cuaderno moleskine, tiene un sugerente troquelado con forma de cerradura en la portada, y el diseño interior de cada doble página integra los párrafos de texto en la composición de las imágenes. Las perspectivas forzadas y los dibujos caricaturescos que usa el ilustrador van bien con el tipo de narración: divertida —era un perro con «cuatro patas y un rabo, como el gato de mi vecina»— y que, como es habitual en el autor, añade incisos graciosos que nada tienen que ver con el hilo argumental —cuando al narrador se le cae una gota de agua en la baldosa simplemente añade: «la extendí con el dedo gordo»—. Desde un punto de vista constructivo tiene interés ver cómo el autor logra sostener la atención del lector con una intriga leve pero suficiente, y cómo consigue poner un pie un personaje a base de las cosas externas que se ven, y de la imaginación y de los pocos datos que puede recoger un niño. Para un lector joven también es destacable lo que tiene el libro de incitación amable a conocer mejor a gente de lugares distintos. Eso sí, un narrador tan joven seguramente no diría, cuando hace suposiciones, que su vecino a lo mejor era «el espía que surgió del frío».

Otros relatos: El barquito de papel [1], álbum ilustrado por Leticia Ruifernández; Un perro [2], ABeCeCirco [3], álbumes ilustrados por Alberto Gamón [4].