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ZEOTOKÁS, Yorgos

Una introducción a El demonio analiza la vida del autor, su obra y su ámbito literario, abriendo al lector la perspectiva inicial necesaria para conocer a un escritor que «ha contribuido de manera definitiva a la consolidación de la novela en Grecia».

El demonio está considerada como su mejor obra, y representa la cristalización de una idea neohelenista, en la que se conjugan la nostalgia del drama clásico griego, el frescor de una juventud esperanzada y una lírica inclinación hacia las islas del Egeo, sus paisajes y sus gentes. Además, expone con fuerza, y tono poético y nostálgico, las ansias juveniles, como antes lo hiciera Alain FOURNIER [1] en El gran Meaulnes [1], o como lo hace por la misma época Thomas WOLFE [2] en Del tiempo y el río [3], tal como muestra el siguiente texto: «Yo tenía […] veinte años, y vivía en una continua y confusa sobreexcitación, con el corazón desbordado por ninguna causa concreta, pero con el presentimiento de que me iba a ocurrir algo de un momento a otro, de que al fin me había llegado la hora de experimentar algo tan bello y fascinante que me desvelaría el verdadero sentido de la vida».

Los relatos que componen Leonís y los Cuentos de la niñez comparten con El demonio una visión mágica de «algo que se perdía, como si se apagaran aquellos años hermosos, el paraíso de la infancia, entre la bruma del pasado». Se distinguen de obras compuestas en otras latitudes, por su dolorosa conciencia de vivir a la sombra de una historia gloriosa: «En la antigüedad —piensa Leonís— pasaban por estas mismas calles nuestros emperadores, y ahora pasa hasta el último gato»; y por su enraizamiento en un momento histórico concreto, como podemos leer en Zerapiá: «Tenía unos siete u ocho años y empezaba a contemplar a mi alrededor el espectáculo de la vida, y a percibir de algún modo sus problemas. Así, pude guardar en mi memoria los destellos del atardecer de un mundo que se apagaba placentera y majestuosamente, en vísperas de una guerra».

Zeotokás dibuja personajes psicológicamente convincentes y sugestivos. En algunos casos muestra discretamente los inicios de la vida amorosa y sexual de sus protagonistas, e incide con fuerza en la frustración de los anhelos juveniles, quizá como consecuencia, según el narrador de El demonio, de una carencia básica: «Yo había tenido una educación sentimental primitiva y convencional, como la mayoría de los jóvenes de nuestro país».