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O’BRIEN, Robert C.

Con un original planteamiento, O´Brien entrelaza de modo verosímil lo real y lo ficticio para construir una parábola en torno al deterioro del entorno y de las relaciones humanas en la sociedad competitiva en la que vivimos. Los esfuerzos de la heroica señora Frisby por defender a su familia, el plan de huida de las ratas, la historia de los experimentos que sufrieron en el pasado y de su aprendizaje, están bien engarzadas en un relato teñido de ironía inteligente. Así, el narrador cuenta cómo, en un artículo titulado «Carrera de ratas», Nicodemus lee la historia de una señora que compra una aspiradora y entonces las vecinas tienen envidia, y todas compran aspiradoras… y se crea una situación de insatisfacción sin fin: una carrera en la que por mucho que se corra no se llega a ninguna parte. Nicodemus no entiende por qué su autor le puso aquél título. Pero se da cuenta de que, en su nueva y cómoda situación, a su alrededor crece también la sensación de descontento como si se tratara de una enfermedad contagiosa, y su colonia de ratas está atrapada en una absurda «carrera de hombres».

Robar para dejar de robar

La señora Frisby averigua por Nicodemus cómo llegaron a la conclusión de que las ratas debían llegar a vivir sin robar: «Dos enciclopedias distintas incluían artículos sobre las ratas. En ellos descubrimos que éramos los animales más odiados de la tierra, después de las serpientes y de los virus. Lo cual nos pareció raro e injusto. Especialmente, al enterarnos de que a algunos parientes cercanos, como por ejemplo las ardillas y los conejos, se les aprecia bastante. Para la gente nosotras somos las que propagamos enfermedades. Supongo que llevan razón, aunque lo hacemos sin querer, y, desde luego, nunca hemos causado tantas calamidades como los propios humanos.

Sin embargo, nos pareció que el principal motivo de su odio debía buscarse en el hecho de que viviéramos del robo. Desde los tiempos más remotos, las ratas han vivido en los alrededores de las granjas y de las ciudades humanas, han viajado en sus embarcaciones, han roído los suelos y han robado alimentos. Algunas veces hemos sido acusadas de morder a niños, pero ni yo ni ninguna de nosotras creemos que sea cierto, a menos que se tratara de alguna rata degenerada, criada en los peores tugurios urbanos. Y eso, por supuesto, puede ocurrir también entre las personas».

Entre las Ratas se forman dos bandos. Uno, encabezado por Jenner, cínico y pesimista, al que no le importa robar. Otro, encabezado por Nicodemus, que, en busca de un estilo de vida distinto, elabora un Plan cuyo último objetivo es hacer capaces a las Ratas de «Vivir sin robar»: «Recopilamos libros y revistas sobre agricultura. En seguida nos dimos cuenta de que para dejar de robar definitivamente, debíamos robar durante un tiempo más que nunca».