- Bienvenidos a la fiesta - https://bienvenidosalafiesta.com -

KINGSTON, William

En la primera encuesta que se hizo sobre preferencias de los lectores jóvenes, en Inglaterra, en 1884, Kingston apareció como el segundo en popularidad, después de DICKENS [1]. Eso dice mucho del eco que tuvieron sus novelas de aventuras, repletas de información y de incidentes.

La primera, Peter the Whaler, tal vez sea la mejor pues, al menos, es la más fresca, la que fue construida sin más intención que contar una buena historia y que llevar al lector corriendo detrás sin resuello. Lo que se indica en el resumen del argumento es una parte muy pequeña de las cosas que le ocurren al protagonista. Aunque no faltan comentarios al paso sobre lo mal regulada que estaba la emigración y las ventajas de una buena colonización —los temas a los que se dedicaba el autor—, todo está contado con fluidez. El narrador avanza rápido, es claro y no teme regresar atrás para decir, por ejemplo, que se había olvidado algo que ahora es importante. La voz narrativa, la de un hombre que recuerda sus aventuras de chaval, justifica sus acentos de lamento por las oportunidades perdidas y por no haber hecho caso a los buenos consejos que recibió; justifica sus digresiones para explicar, por ejemplo, por qué no hay que dejarse llevar por el romanticismo al pensar en los piratas; y explica también que la obra esté cargada de buenos ejemplos y exhortaciones a la confianza en Dios en medio de todos los peligros. Pero el autor tiene la precaución de que tales cosas lleguen siempre por medio de personajes como, por ejemplo, el maduro y piadoso Andrew Thompson, el hombre que levantó el ánimo a todos durante la época de robinsones que debieron pasar en Groenlandia y entre los esquimales.

Tiene iguales cualidades narrativas, pero es un relato más artificial, The Three Midshipmen. En este caso se puede destacar, como un elemento propio de todas estas novelas de aventuras, el que los protagonistas tengan cualidades y personalidades complementarias: el estudioso Murray, el audaz Rogers, el turbulento Adair. Y en ella se ve bien la gran deficiencia que hoy apreciamos en Kingston, aparte de que todas las coincidencias y victorias acaben resultando excesivas, y es la de que los protagonistas se mueven por el mundo con la seguridad que les da el hecho de ser ingleses y con la inquebrantable convicción de que su causa es siempre justa. Con todo, en lo que se refiere a la fórmula, viene bien no perder de vista que serán muchos los que imitarán a Kingston en el futuro, también con el recurso de prolongar las hazañas de sus héroes por toda la escala de mando de la marina ingles: los tres amigos continuarán juntos en The Three Lieutenants [2] (1874), The Three Commanders [3] (1875), The Three Admirals [4] (1877).