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RUTGERS van der Loeff, An

La escritora pensó esta novela cuando conoció el relato escueto acerca de los huérfanos Sager [1], dos chicos y cinco chicas, que recorrieron solos una larga distancia de la Oregon Trail [2] y lograron llegar a su destino contra todas las probabilidades. Para reconstruir una versión de lo que pudo suceder se documentó en relación a la época, buscó los testimonios de primera mano sobre aquella noticia y viajó al lugar de los hechos.

Son muchas las descripciones ambientales excelentes. Las primeras se fijan en el talante de quienes emprendían esa clase de viajes y en las dificultades que se les presentaban: es especialmente intensa la descripción de una gran avalancha de bisontes. En la parte que trata ya del viaje de los niños en solitario, la más extensa, se detiene más en los paisajes que atraviesan, en las dificultades que pasan, y en los incidentes que les ocurren: enfrentamientos con osos furiosos, problemas al vadear ríos, robo de caballos…

De todos modos, la fuerza del argumento se apoya, sobre todo, en perfilar bien a su personaje principal: el mayor, Henry, de 14 años, que lleva el peso de las decisiones. Aquí se ve cómo una historia previsible puede ir ganando enteros debido a un factor adicional: con el paso de los días coge cuerpo un conflicto entre los niños a causa de que Henry aumenta progresivamente su dureza para empujar una y otra vez a sus hermanos hacia delante. Cuando alcanzan por fin su destino, la casa del doctor Whitman, este admira la extraña energía que irradia Henry pero piensa que tiene delante «un tirano nato, un déspota». Opinión que cambia cuando, una vez atendidos sus hermanos, el chico le abraza y se desmorona: «Quíteme usted este peso», le dice John entre sollozos, «no puedo más, no puedo más. Ellos ya no me quieren, no podían comprenderlo, y yo que les quiero tanto… He tenido que ser severo y antipático con ellos, les he pegado, les he hecho caminar a rastras… y ahora estamos aquí ¡y ellos ya no me quieren! Por favor, ¿quiere usted ser nuestro padre? Yo ya no puedo más ¿Quiere usted, por favor? (…) Yo quiero volver… a jugar con ellos».